UNO

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La siguiente misión era la tierra

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La siguiente misión era la tierra. Lo había sabido en cuanto había despertado dentro del domo; Ajak la había instruido y explicado sobre su misión en aquel planeta así como sobre si misma. Se había sentido desorientada al principio, pero fue cuestión de segundos para que todo encajara en su lugar.

Su nombre era Artemis, nacida y criada en el Olympia, Eterna destinada a proteger a la humanidad de los desviantes y a guiarlos a través de los siglos. Era diestra en combate, experta en el manejo del arco y capaz de alterar los gravitones de la materia; Con la gravedad de su lado, esto último le daba la habilidad de hacer levitar cuántas cosas quisiera, sin importar el peso o el tamaño de las mismas. Era un poder bastante conveniente en pelea.
También sabía que habían venido más con ella. Eternos con habilidades diferentes entre sí pero con un propósito en común, un grupo que más tarde se convertiría en una familia, unidos por las convicciones y destinados a compartir siglos juntos.

Miró a través del cristal del domo, el espacio era silencioso al igual que el interior de la nave en donde viajaba; se acercaban al planeta azul con lentitud y Artemis lo miró con curiosidad mezclada con admiración. También echó un último vistazo a su traje, era similar al de sus compañeros, negro con pequeños pliegues a los costados y discreto, tenía detalles dorados que resaltaban y hacían juego con las flechas que descansaban dentro de su carcaj. Sintió que una emoción nacía dentro de su pecho, temor y excitación hacia lo desconocido, se sentía emocionada por saber lo que le aguardaba en la tierra, sabía que debía llevar a cabo lo que le habían encomendado con el mayor éxito posible y tenía claro que era leal a Arishem y a su familia. Nada más podía importarle.

El ruido de un par de pisadas hizo eco sobre el pasillo y rompió el silencio sepulcral que la había envuelto segundos atrás, alzó la vista y se topó con un par de ojos azules mirándola de regreso, Artemis alzó una mano levemente en forma de saludo y el le respondió con un asentamiento de cabeza, se acercó a ella sin hablar y tomó asiento a su lado, ambos permanecieron sentados en silencio hasta que oyeron la indicación de que habían aterrizado.

Era hora de empezar.

°°°

5000 a.C
Mesopotamia

¿Puedes someterlo? —observó que Makkari preguntaba, refiriéndose al desviante contra el que Ikaris peleaba

Artemis asintió al mismo tiempo que enganchaba su arco al carcaj para evitar que se le cayera mientras maniobraba —Derríbalo —respondió — Lo mantendré en el suelo para que Thena lo termine

Makkari asintió y atestó el primer golpe con facilidad, antes de que el desviante pudiera levantarse Artemis alzó ambas manos y lo envío hacia abajo de nuevo. Lo mantuvo ahí mientras Kingo disparaba un par de veces y el desviante luchaba contra la fuerza invisible que lo oprimía. Artemis se mantuvo firme para no ceder contra la fuerza de la criatura hasta que Thena saltó sobre el y lo acabó atravesándole la cabeza con una de sus espadas. Ese era el último de aquel ataque, Artemis dejó caer ambas manos y soltó un respiro, oyó que los demás bajaban del domo pero se concentró en Sersi, la chica se inclinaba sobre el niño que acaba de perder a su padre y le mostraba su habilidad para transformar los materiales.

Un movimiento del grupo de hombres que los observaban llamó su atención, todos sostenían sus lanzas en alto y les apuntaban con las mismas, se acercaban temerosos y soltaban palabras confundidas. De un momento a otro se habían quedado inmóviles, comenzaron a soltar las lanzas y a mirarse los unos a los otros. Artemis giró para mirar a Druig, observó como los ojos azules del chico resplandecían tornándose dorados momentáneamente y supo que ya se había ganado la confianza de toda la tribu.
Druig poseía el poder del control mental, podía manipular los pensamientos, acciones y voluntad de cualquiera que desease, igual que en es momento, mientras les hacía saber a todos que los eternos eran inofensivos y que estaban ahí para ayudarlos.
Una vez que lo había obtenido, todos se dirigieron rumbo al campamento donde los habitantes se habían instalado. Artemis descolgó su arco del carcaj y lo sujetó con una mano mientras caminaba rezagada al resto, le gustaba tener una vista panorámica de dónde se encontraba, así podía ubicar los puntos favorables para disparar y podía reconocer el terreno en caso de ser necesario.

—Me gusta tu arco

La voz de Druig la arrancó de su ensueño y giró para observarlo, el chico la había alcanzado y ahora caminaban con los brazos rozándose suavemente

— Es bonito ¿Verdad? — respondió curvando una sonrisa — Phastos lo fabricó

—Y supongo que tú los enseñarás a cazar — dijo señalando el asentamiento, había varias personas congregadas y los niños se perseguían a modo de juego

—Ese es el plan —respondió Artemis mirándolo también — Después de que Phastos les muestre como fabricar sus propias flechas les enseñaré a dispararlas. Eventualmente ellos decidirán que hacer con ese conocimiento

— De acuerdo, cazadora — dijo el a modo de broma y ella río por el apodo 

Ajak los llamó invitándolos a reunirse con los habitantes, ambos asintieron y se acercaron, Druig empujó amistosamente a Artemis con el hombro mientras descendían por una colina y ella río mientras le devolvía el gesto con el costado de su arco. 

HUNTER ; DruigDonde viven las historias. Descúbrelo ahora