Capítulo IX
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La maldición del Titán: El hijo del rey.
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Harry
La hierba adherida a su piel por el sudor le picaba y no importa cuántas veces ha sacudido su pantalón el barro se ha negado a salir de él. No tiene importancia, se dice, la repondrá más tarde ese día y un par de prendas es un precio justo a pagar por su primera noche de sueño real en días. No han hablado de lo que pasó ayer, del modo en que Harry se quebró sin reparación y la semidiosa había permanecido a su lado. No tiene recuerdos claros de la mayoría de los hechos; solo manos cálidas que acarician su espalda y peinan sus cabellos. La suave voz de su amiga prometiendo que su padrino sabía ya todo lo que cargaba en su corazón.
Amelia le retira las últimas hojas del cabello con cuidado antes de darle el visto bueno y hacer un gesto hacia la cabaña que tenían enfrente. La madera desgastada los saluda con la familiaridad del hogar.
La Once aún permanece cerrada, pero siendo ya las siete ruegue de vida. No de forma voluntaria claro, desde el par de metros que los separan de la puerta puede escuchar a los hermanos Stoll apurar a los más jóvenes. El desayuno se servía a las nueve y los dioses sabían que tener a doce adolescentes listos en dos horas era una tarea titánica. Una estruendosa carcajada grupal baila con el viento y Harry comprende que alguien ha sido despertado a la vieja usanza de Luke y su fiel spray de agua en la cara.
Está más nervioso de lo esperado, sus manos sudan y puede escuchar su pulso golpeando sus oídos. Es la primera vez que va a conocer a un familiar (por distante que sea) y la idea le causa entusiasmo y temor ¿Él y el niño se llevarían bien?, bajo la capa de felicidad también está la punzante preocupación. Amelia solo mencionó a Nico en el campamento, aquello le provoca ansiedad ¿Dónde estaba la hermana del niño? Se le partiría el corazón si algo malo le hubiera ocurrido, él tenía que haberlos ido a buscar antes. Era su deber. Ni siquiera tenía idea de cómo habían salido del Casino Lotus sin ayuda.
Es él quién se ve sorprendido cuando la puerta se abre con un crujido fuerte y Connor los mira desde el otro lado, sus cejas arqueadas acompañando su pregunta.
—¿Cuánto tiempo pensaban seguir ahí en plan acosador? —les saluda con burla aunque hay alivio en su mirada, pese a estar vestido con ropa de diario sus pies permanecen descalzos como un último gesto de pereza.
Harry le saluda con cierta vergüenza después de preocuparlos al no volver la noche pasada. Mantiene la mirada baja en un intento de no sentirse abrumado por el aprecio que se concentraba en su persona.
—¡Qué bueno que están aquí! — continua el otro mientras los jala al interior sin molestarse en intentar mantener intacta la imagen del mago que se tambalea intentando recuperar el equilibrio para mirarlo con reproche.
Su atropellada entrada llama la atención inmediata de los habitantes que recién empiezan su día. Son muchos, piensa con cierto regocijo al notar incluso un par de sacos de dormir sobre el suelo desgastado. Connor y Travis se abren camino a través de los cuerpos y las maletas de los recién llegados.
Analizan a Harry sin disimulo, buscando algún signo de alarma, sus ojos rojos, la suciedad en su ropa o puede que su repentina delgadez. Su mirada pasa por la semidiosa buscando respuestas a preguntas que ninguno sabe en realidad, Amelia sonríe calma y ellos parecen satisfechos con la relajada apariencia del mago, libre de los hombros tensos y los ojos vacíos que había ostentado. Las miradas de los tres amigos se cruzan en un pensamiento común: Harry estaría bien. El momento anormalmente íntimo desvaneciéndose tan pronto aparece, Harry siente las orejas calientes sin entender el motivo.
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Bendito Verano
FanficHarry no podía evitar sentirse culpable cuando se despedía de los Weasley y en el andén cada año al finalizar las clases. Todos le dedicaban miradas preocupadas al saber que debía soportar a sus tíos todas las vacaciones. Lo cierto era que hacía muc...