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|BAJO EL CIELO GRIS: EL FUTURO Y EL PRESENTE|
13 de enero de 2018.
Cinco años habían transcurrido desde que la dulce niña de rulos regreso a casa, y cuatro desde que ahora suprimía su verdadera esencia.
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Fragmentos de la fatídica noche revoloteaban en la mente de la ahora señorita, tiñendo sus mejillas de un carmesí ardiente. Sacudió la cabeza con vehemencia, pensando: "Es mejor huir que enfrentar".
Suspiros escapaban de sus labios al sentir la brisa helada de las calles de Barranco, uno de los distritos más pintorescos de Lima. El cielo, cubierto de nubes grises, le fascinaba, como si sus emociones estuvieran en sintonía con el clima y como si ella dominara la naturaleza. Divagó mientras observaba las antiguas casas coloniales del distrito, suspirando al recordar cómo Nicolás la había dejado abandonada a kilómetros de "casa", sin un misero sol que la salvara de esa desgracia.
La única luz en la oscuridad era la oportunidad de disfrutar de su escasa libertad y, sobre todo, de encontrar algo de paz vagando por las calles hasta que pudiera descubrir cómo regresar a casa. El dolor de la resaca comenzaba a martillarle la cabeza, su cuerpo adolorido clamaba por una ducha de agua fría y su cama para dormir.
En medio de su agotamiento, su atención fue capturada por una hermosa voz que flotaba en el aire. Siguió el sonido hasta llegar a un parque donde vio a un grupo de jóvenes rodeados de curiosos transeúntes. Una señorita sostenía un micrófono mientras dos chicos producían una melodía con sus instrumentos. Lucero se quedó hipnotizada por la chica, cuyos dedos danzaban sobre el micrófono antes de que su voz comenzara a cantar.
El corazón de Lucero se apretó con fuerza al sentir la intensidad de las emociones y la agonía que la cantante transmitía. Luchó por contener las emociones que amenazaban con desbordarse, y con su limitado conocimiento de inglés, tarareó fragmentos de la letra para buscarla en Google. Lamentó no haber elegido el inglés como su segundo o tercer idioma para aprender.
"I'm not enough, but I still stay", repitió mentalmente las palabras mientras sacaba su teléfono del bolsillo y buscaba la canción "July" en Google. Presionó el botón de reproducción y la voz comenzó a escucharse, con subtítulos que se desplegaban en la pantalla, ayudándola a entender el significado.
Absorta en su burbuja emocional, Lucero no se dio cuenta de lo cerca que estaba de la carretera. Un rubio apuesto levantó la mano y trató de llamar su atención, pero ella estaba absorta en la música. Fue solo cuando retiró los auriculares que sintió el agua empapar su ropa, resultado de los charcos dejados por la lluvia.
— ¡Maldito país tercermundista! —exclamó, atrayendo miradas de extrañeza de quienes la rodeaban.
Su cuerpo temblaba involuntariamente, tratando de combatir el escalofrío que la invadía. Estaba empapada y no había opción, ya no podía continuar su vagabundeo por las calles como había planeado. Su decimoctavo cumpleaños había sido arruinado por un conductor negligente. Solo podía pensar en que deberían revocar la licencia de ese irresponsable al volante.
