CAPÍTULO 12

114 6 0
                                    

LUCERO

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

LUCERO

━━━━━━━━✧♛✧━━━━━━━━

|RASTROS DEL PASADO|

La música que emana de mis audífonos es un bálsamo para mis sentidos, envolviéndome en una atmósfera de calma mientras el avión avanza hacia Lima. Mis ojos permanecen cerrados, y en la oscuridad detrás de mis párpados, los ecos de los sonidos se convierten en olas infinitas que rebotan de un oído al otro, creando un paisaje auditivo que me sumerge por completo. El audio 8D me envuelve, tan real que me siento transportada a otro lugar, lejos de esta cabina de metal. He desarrollado una obsesión con el sonido binaural, una adicción que ha arraigado en lo más profundo de mi ser.

A través de los auriculares, los truenos y la lluvia me rodean, como si estuviera en medio de un bosque denso donde los relámpagos iluminan el cielo grisáceo. Aun cuando siento la humedad en mi piel, la música melancólica actúa como un bálsamo para mi alma agitada. Es extraño, pero esa tristeza sonora me brinda una paz inesperada, una especie de catarsis que se alimenta de mis emociones negativas. Es como si, en esa tristeza compartida, encontrara un destello de luz, un rincón de tranquilidad.

Es mi refugio, mi forma de liberar el peso sin lastimar a nadie, ni siquiera a mí misma.

Mis párpados se abren lentamente, dejando entrar la tenue luz del interior del avión. Kata, en el asiento a mi lado, duerme profundamente, su respiración regular es un contraste a la tormenta que ruge dentro de mí. Tres horas han pasado desde que despegamos de Berlín, pero parece que han sido siglos. Mi alma está rota una vez más, y el vacío en mi corazón se siente insondable. Respiro hondo, el aire frío llena mis pulmones, pero no logra calmar la tormenta de arrepentimiento que me consume.

No debí haberme alejado de él. Pero el perdón me resulta inalcanzable, así que opté por escapar. No merezco nada más que esta miseria, incluso si él también falló al no regresar como prometió.

Sacudo la cabeza, tratando de despejar las imágenes que se forman en mi mente, reprimiendo las emociones que amenazan con desbordarse.

"Solo unas horas más", me recuerdo a mí misma.

Con un gesto de frustración, retiro los audífonos y los guardo en el bolsillo. Envío un par de mensajes, informando sobre mi hora estimada de llegada y lo que necesitaré al aterrizar. Cuando termino, guardo el teléfono y busco el frasco de pastillas en mi bolso. Saco una, la mastico lentamente, dejando que su amargura me distraiga, y luego tomo un largo sorbo de agua hasta vaciar la botella.

Unos minutos después, el sueño me vence, llevándome a un olvido temporal.

━━━━━━━━✧♛✧━━━━━━━━

— Lu... Lucero, ya llegamos —la voz de Kata me arrastra de vuelta a la realidad.

— Okey —respondo, frotándome la cara para despejar la pesadez que la somnolencia ha dejado.

La ansiedad, que había sido un tenue susurro durante el vuelo, regresa con fuerza arrolladora. Siento cómo un escalofrío recorre mi cuerpo, el familiar hormigueo que me descontrola por completo. Mi agarre sobre el bolso se vuelve casi desesperado mientras intento concentrarme en lo que debo hacer.

Miro a Kata con una expresión que trato de mantener serena.

— Me tengo que ir. Un taxi te recogerá y te llevará a casa. Mañana nos vemos.

Sin dar tiempo para preguntas, paso a su lado con rapidez, evitando su mirada. No me detengo ni siquiera un instante; mi mente está enfocada en llegar a casa lo más rápido posible. Apenas me acerco al ascensor, presiono un botón en mi celular para informar urgentemente que he llegado al aeropuerto y que necesito lo que pedí.

Al salir del ascensor, me sumerjo en la multitud, esquivando a las personas con una determinación frenética. La bulla del aeropuerto se intensifica a medida que me acerco a la salida, y el estrépito genera un dolor de cabeza creciente. Me detengo frente a una puerta de vidrio, mi reflejo distorsionado por el cansancio y la desesperación. Una sonrisa irónica asoma en mi rostro al observar mi apariencia; un rostro impasible por fuera, pero lleno de tormento interno.

Inhalo profundamente, contando para calmarme.

Uno.

Dos.

Tres.

Cuatro.

Cinco.

Seis.

Siete.

Ocho.

Nueve.

Diez.

Exhalo lentamente y continúo hacia la salida, donde mi auto ya me espera. Un joven me entrega la llave con rapidez, y por la prisa, no me detengo a examinarlo. Subo al vehículo, arranco el motor y me lanzo a la carretera, esquivando otros autos con una desesperación ciega. Al detenerme en un semáforo en rojo, programo el sistema operativo del semáforo desde mi celular para que se ponga verde cuando me acerque metros antes, acelerando mi llegada.

Coloco los audífonos y, con un golpeteo nervioso en el timón, cuento de nuevo; tres, dos, uno... y acelero al mismo tiempo que la música comienza a sonar. Manejo sin prestar atención a los límites de velocidad, sin considerar los riesgos. Mi única preocupación es llegar a mi lugar seguro.

Después de lo que parecen quince o treinta minutos, finalmente llego a mi edificio. Aparco el auto en el sótano y corro hacia el ascensor, apretando el botón con ansia. Al llegar a mi piso, el timbre del ascensor suena y me dirijo rápidamente a mi departamento.

Abro la puerta principal con mi huella y sin encender la luz busco la llave en uno de mis cofres. Al encontrarla la sostengo con firmeza, como si pudiera escapar de mis manos en cualquier momento. Me dirijo al cuarto donde están las pertenencias de mi tesoro.

Al llegar a la puerta, introduzco la llave en la cerradura y, aunque dudo por un momento, giro la llave con resignación. La habitación azul cielo está ordenada con juguetes, una pequeña cama, un armario, una cómoda, zapatitos y ropa que preparé para su llegada. La visión de este espacio me resulta insoportablemente dolorosa, y las lágrimas comienzan a fluir sin control.

Me derrumbo sobre el enorme peluche de Snorlax, abrazando el pequeño peluche como si pudiera absorber mi dolor. Me hago un ovillo y las lágrimas se intensifican, mi cuerpo tiembla con cada sollozo. Mi respiración se vuelve entrecortada, el corazón parece latir con tanta fuerza que temo que vaya a salir de mi pecho. El hormigueo se apodera de mí mientras recuerdos dolorosos pasan por mi mente.

No sé cuánto tiempo pasa en esta posición, pero lo único que logro escuchar es la música que emite Snorlax.

Finalmente, mis lágrimas se secan y mi cuerpo demanda agua. Sin embargo, no me muevo. Mi mente se ancla en lo que le dije a Alessandro.

Tal vez debí decirle que tuvimos un hijo... Pero que lo perdí.

¿Me amaría al saber que, por mi culpa, ya no está con nosotros? No lo creo. Yo misma me odio.

Lo que hice está hecho, no hay vuelta atrás.

Sigo temblando, sintiendo la debilidad de mi cuerpo. Poco a poco, la conciencia se desdibuja, y no estoy segura si me estoy quedando dormida o perdiendo la conciencia. Solo sé que mi mente y mi cuerpo están exhaustos, atrapados en una tormenta de emociones incontrolables.

━━━━━━━━✧♛✧━━━━━━━━

Hell StärDonde viven las historias. Descúbrelo ahora