CAPÍTULO 10

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|TRAS EL ESCÁNDALO|

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|TRAS EL ESCÁNDALO|

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Después de horas firmando libros, me encuentro en la habitación del hotel con Kalel y Kata, organizando los obsequios recibidos esta tarde. La habitación está llena de cajas, cartas y regalos que hemos tenido que clasificar cuidadosamente. Los artículos frágiles van en una caja especial para enviarlos por una agencia hasta Perú, para asegurarnos de que lleguen en perfectas condiciones. Las cartas y carteles se agrupan por tamaño, de mayor a menor, y los accesorios se guardan en un cofre para usarlos en futuras ocasiones. Los dulces, que son en su mayoría chocolates, se colocan en una bolsa de tela. Es un misterio cómo saben que me encanta el chocolate, pero cada vez que tienen la oportunidad, me envían una pequeña porción a la editorial. Por eso, mi biblioteca-oficina está equipada con una vitrina llena de distintos tipos de dulces.

— Ratatouille, ¿puedo quedarme con esto? —pregunta Thiago, mostrando una bola de nieve de cristal que sostiene en sus manos. Dentro de ella, un husky siberiano salta alegremente, saltando de un lado a otro, mientras que una mujer yace en el suelo junto a un hombre que tocaba una guitarra. Los ladridos del perro se escuchaban del parlante de la bola de nieve de cristal.

— Ni lo sueñes —respondo tajantemente, viendo cómo Thiago hace una mueca de desilusión.

Esa bola de nieve es un hermoso obsequio para mí que no estoy dispuesta a compartir.

— Pero ¿por qué? Si tienes muchas de esas ahí —señala una caja llena de bolas de nieve de cristal con diferentes escenas.

— Tal vez porque esta colección fue hecha especialmente para Venus, no para Kalel Williams —responde Kata, deteniendo el debate.

Kalel y Kata son una mezcla explosiva. Un momento están acaramelados y al siguiente, están discutiendo sin parar. No hay quien los entienda.

Coloco mis auriculares para escuchar música y trato de concentrarme en ordenar los obsequios, ignorando las discusiones de los dos a mi alrededor. De repente, el timbre de mi celular interrumpe el silencio, seguido por una voz robótica:

Mara, llamando. Mara, llamando.

Presiono el botón para responder la llamada, y la voz familiar de Mara se escucha al otro lado.

— Lucero, por fin consigo hablar contigo. He intentado llamarte y enviarte mensajes sin éxito —se queja.

— ¿Qué pasa, Mar? —pregunto, confundida.

— Un chico vino a buscarte.

Mi mente empieza a dar vueltas, intentando recordar quién pudo haber sido. No puede ser el rubio... sacudo la cabeza, apartando ese pensamiento. Han pasado casi cuatro años, es imposible.

Hell StärDonde viven las historias. Descúbrelo ahora