Tren a París

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Pero la verdad no te escribo para que conversemos, cómo en tiempos pasados, sobre arte, música y literatura. Sino a propósito de mi última visita a París. Cómo recordarás, Paris nunca fue santa de mi devoción. La conocí junto a la mujer que rompió mi corazón y en aquella ciudad me robaron, pasé frío y comencé a sentir rabia por quien entonces fuera mi pareja. Pero tenía que ir pues, pese a mis experiencias personales, es la capital mundial en lo que respecta a mi área de expertiz académica, por lo cual no podía perderme el congreso de sociología del arte que se realizaría allí. Así, por segunda vez en mi vida, tomé un tren de Barcelona a Paris

El tren partía de Barcelona en la mañana y llegaría a París por la tarde. Mi ansiedad me empujó a la estación aproximadamente una hora antes de que partiera el tren por lo que decidí tomarme una cerveza esperando. En la estación, con esa cerveza, comenzaron a aflorar los recuerdos de mi visita a París, los recuerdos de esa misma estación esperando el mismo tren que me llevara al mismo destino al que hoy me dirijo; los recuerdos de tomar el tren que no fuera, entonces, directo sino con paradas y trasbordos para ahorrar un par de euros. El recorrido de esos años partía al atardecer por lo cual el paisaje catalán enamoraba. La cuenta. Un último cigarro. Y luego el paisaje francés al llegar a Toulouse y nuestro intento de hablar francés y la niña extravagantemente francesa con su cinta rosada en el pelo, y su risa afrancesada y su madre que en silencio la reta con un Marie! Tan bajito y suave como Luna cada vez que despertaba por las mañanas y se acurrucaba contra mi pecho...

Claro, la última vezque fui a Paris fue con Luna

París, ciudad de mierdaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora