Pero querida, lo que sucedió fue que al separarnos afuera de la estación de trenes Luna me dijo que no ha podido olvidarme. Que no puede creer que nos hayamos encontrado en la ciudad de mierda que ambos tanto odiamos. Que la coincidencia de fechas entre congreso de sociología y su conversatorio sobre literatura tiene que ser más que eso. Que nuevamente el destino, sus sueños, o algo así.
Y yo querida solo pude sonreír y besarla entre mis manos, abrazarla y decirle que nos encontráramos en Madrid dentro de un mes. Que cada uno arreglaría sus cosas en 30 días y comenzaremos por fin la vida que siempre merecimos juntos. Y tendríamos dos hijos, Gabriel y Alicia y una linda casa en el mejor barrio de Madrid. Y tendríamos, también, los dos gatos que siempre quiso y me compraría infinitas cajas de desloratadina y un labrador que rompería todos mis regadores pues yo ya no me siento regador. Tampoco programador que no entiende. Pues al lado tuyo entiendo todo a la perfección y soy el dueño de mis acciones y me olvido de quienes es Valentín y quien soy yo y quien es Luna y quién eres tú, porque somos las mismas personas...
Pero todo es mentira, querida. Pues Luna solo me ha dejado hace unas semanas y París está tan lejos como ella y Flaubert no es Friedrich ni Cortázar es Oliveira –aunque los cuatro vivan en París–. Y aunque quisiera decirte que sí, la amé mucho y acepto su nueva vida. Que sí, me fui a Barcelona a cumplir mi sueño. Que sí, aún en ese futuro la estimo y podremos tomarnos un café en París y comenzar luego nuestra vida juntos, todo es ficción pues aquí estoy, comenzando a sentir la impetuosa necesidad de contarte cómo conocí a Luna.
No creo poder hacerlo.
Un riego automatizado.
Pensamientos repetitivos.
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París, ciudad de mierda
General FictionExtracto de Siempre algún libro: Caminé entonces bordeando el Senna hacia la Catedral de Notre Dame para sentarme en uno de los cafés ubicados cerca del lugar. Era el único rincón de Paris que recuerdo con cariño pues allí con Luna nos reímos de nue...