París, ciudad de mierda I

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Hace bastante tiempo que no te escribo ni sé nada de ti. La verdad no sabía si hacerlo ahora tampoco. Aún no lo sé y quizás esto que escribo no lo veas tu ni nadie nunca. En una semana más defiendo mi tesis de magister. El arte como catalizador de violencia, estudiado a partir de famosos casos en los que diversas compañías de teatro en Chile, Colombia y España han trabajado con exguerrilleros para crear sus obras. Por supuesto, tuve que estudiar también cuestiones como el body-art, en donde las y los artistas implican su cuerpo en la obra de arte. El caso más extremo de body-art lo realizó un tipo –me parece que era estadounidense– que convocó a un grupo selecto de críticos, amigos y artistas para presenciar su obra. El lugar estaba oculto y preparado cómo un laberinto. Al llegar al lugar donde sucedería todo, el público podía observar un escenario vacío en el que luego se subiría el artista, vociferaría gritos guturales, bajaría sus pantalones y tomaría un cuchillo para proceder a cortar de raíz su sexo; su pene y su escroto quedarían sostenidos por su mano mientras que los testículos, el cuchillo ensangrentado y su propio cuerpo caerían al unísono por el shock, la falta de sangre y el corte de los conductos deferentes. También hay obras bellísimas.

París, ciudad de mierdaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora