CAPITULO VEINTIUNO

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Había pasado una semana. Una semana en la que casi no habían dormido o simplemente se dormían por cansancio. A Off le había costado que su pareja comiera, Había hecho un gran esfuerzo para mantenerlo sano ya que el chico no tenía ganas de nada. Le recordaba una y otra vez que debía hacerlo por su bebé y por los chicos.

No habían podido ver a sus hijos, ya que los padres de la mujer habían hecho de las suyas, para que ellos no pudieran tener contacto con los niños, pero el abuelo del pelinegro también había conseguido que los otros en disputa tampoco pudieran acercarse, aunque estos últimos con obvias razones, la mujer los había maltratado durante años. ¿Cómo no iba a ser un peligro para ellos?, en cambio ellos solo les habían dado amor y comprensión.

Sabían que los chicos habían dado su testimonio, al igual que ellos se la habían pasado con psicólogos y jueces haciéndoles miles de preguntas, sobre ellos, sobre sus cercanos, sobre su relación con los niños, los habían investigado a tal profundidad con tal de buscar algún error. Tenían de su lado a la psicóloga que había estado con ellos durante los últimos meses, a la asistente social e incluso algunos profesores de los chicos que habían decidido dar sus testimonio y apoyo. Tenían mucho a su favor, pero de todos modos se sentían nerviosos, ansiosos y desesperados.

No se sentían completos.

Había sido una semana muy difícil y llegaba ya la final del proceso. Estaban en el juzgado esperando que empezará la audiencia, Gun se sentía inquieto sabía que debía cuidarse y calmarse por su pequeño bebé, pero no podía hacerlo por más que lo intentará. Quería que esto acabara rápido y que por fin pudieran llevarse a sus hijos con ellos. Ni siquiera había podido verlos y ellos no estaban ahí, seguían en los hogares a los cuales habían sido entregados, los más pequeños estaban separados de Nam y sabía que eso debía tenerlos muy asustados. Ellos nunca habían estado separados por tanto tiempo.

Estaba sentado moviendo sus piernas impacientemente.

- Mi amor, debes calmarte un poco, por favor. – le pidió el pelinegro poniendo sus manos sobre sus muslos deteniendo su movimiento.

- No puedo, quiero a mis bebés. – se quejó recargándose en el pecho del mayor.

- Yo también. – respondió este acariciando sus muslos levemente. – Voy a ir a buscar algo para que comas y te calmes. – se puso de pie.

- La comida no va a calmarme. – le reclamó. – Pero tráeme algo que tenga durazno o tu maní saldrá con cada de durazno.

Off rio divertido. El castaño había creado una obsesión con el durazno que prácticamente todo lo que comía debía tener ese sabor, pero el decía que no era su culpa porque su pequeño bebé se lo pedía.

Gun vio al pelinegro desaparecer por los pasillos, se quedó mirando al frente intentando de calmar sus nervios. Sintió a alguien sentarse a su lado izquierdo y después como alguien se sentaba a su lado derecho. Se giró. A un lado estaba Amelia, la madre biológica de sus pequeños y a su otro lado se encontraba una mujer que nunca había visto antes, pero juraba que su cara se le hacía conocida.

- ¿Qué hacen aquí? – preguntó algo asustado y enojado al mismo tiempo. No podía mirar a Amelia sin sentir cierto odio por ella.

- Yo hable con ella. – dijo la mujer desconocida. Su voz era imponente y vestía elegante. – Se que no me conoces, pero me presento, soy la madre de Off.

La miró sorprendido, de cierta manera sus rasgos eran parecidos a los del pelinegro, por eso se le había hecho conocida. Frunció el ceño recordando todo lo que la mujer le había hecho pasar a su pareja, no era alguien agradable para él, además que les había negado la ayuda que su hijo le pidió.

Padres {OFFGUN}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora