Capítulo VIII: Ruinam Romae

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A finales de julio, los italianos lograron volver a avanzar, y a pesar de que fue lento, poco a poco debilitaban cada vez más a Grecia. Para inicios de septiembre, el combate llegó a la ciudad de Ioannina, donde el atacante ganaba cada vez más terreno a pesar de lidiar con una resistencia dura, hasta que finalmente pudieron tomar la posición en octubre. Gracias a esto, para final de año la ofensiva pudo ser retomada con mucha más fuerza y moral medianamente restaurada, el siguiente objetivo era llegar a Atenas antes de que los defensores pudieran organizar líneas defensivas estables, lo cual resultó ser una tarea sumamente complicada, esto debido a que los distintos generales al mando de sus respectivas fuerzas no tenían buena comunicación por lo que coordinar ataques era cuanto menos complicado y en consecuencia, el avance se vio ralentizado. Aun así, se notaba una superioridad del ejército italiano por encima del griego.

A pesar de la reciente victoria en Europa, África no podía ir a peor. La resistencia etíope había logrado rodear y se encontraba asediando Adís Abeba, si no se enviaban refuerzos a la ciudad, su caída estaba garantizada. Sin embargo, esto era imposible, los rebeldes egipcios hacían constantes atentados en el canal de Suez, además de que para inicios de 1942, se encontraban en control de toda la península del Sinaí. Su próximo paso sería cruzar para marchar al puerto de Suez y posteriormente a Ciudad del Cairo.
Ambos grupos independentistas se mantenían en comunicación, lo que les ayudaba a coordinar ataques y demás operaciones. El gobierno italiano se vio obligado a intentar retomar el control de sus colonias, sin embargo, la mayoría de las brigadas que se enviaron no eran profesionales, sino compuestas por jóvenes recién alistados forzosamente, con un mínimo entrenamiento si siquiera habían tenido uno.

En febrero, los egipcios cruzaron el canal hacia la Ciudad de Suez haciendo uso de barcas proveídas por Reino Unido, la ciudad cayó sin mucha resistencia ya que el general al mando de los italianos apostaba por entrenar más al ejército y así obtener una victoria decisiva en la capital egipcia. Ambos grupos independentistas planearon sus ataques para fin de mes.
Adís Abeba fue perdida en unas semanas debido a las tan escasas brigadas que quedaban en la ciudad. Después de 6 años en el exilio, el emperador Haile Selassie volvió a su trono. La batalla en Egipto, sin embargo, fue mucho más feroz ya que la colonia era percibida mucho más importante y las órdenes dadas por Mussolini impedían la rendición. Con amenazas y esperanzas, es como la batalla será librada.

Domingo 22 de febrero de 1942, 11:23 a.m. El Cairo, Egipto, Reino de Italia.

Después de un arduo día de entrenamientos, Giovanni se encontraba agotado al terminar los numerosos ejercicios de adiestramiento, cuando. sin previo aviso, una alarma empezó a sonar. Los musulmanes se acercaban rápidamente, armados con pistolas y tanques de último modelo, que quién sabe cómo habrán conseguido. El general ordenó tomar de inmediato una posición defensiva, aún así, los vehículos blindados enemigos tomaron la primera línea sin resistencia significativa; en la segunda se desató una ardua batalla entre las trincheras.
Giovanni disparaba la artillería, cuando un gran grupo de milicianos lograron sobreponerse a las defensas en aquella parte del frente, él estaba completamente rodeado, solo y sin escape, ya habían muerto la mayoría de sus camaradas, ejercer resistencia ya no era una opción. Solo quedaba rendirse e intentar dialogar con sus captores. Con desesperación, gritó —¡Esperen! ¡No me hagan daño, yo nunca quise venir aquí! ¡Fui forzado al servicio militar, lo juro! Solo quiero regresar a casa, por favor.
Por suerte, el soldado de la milicia enemiga hablaba su idioma, mientras lo sujetaba con firmeza a punta de pistola, respondió —tú tranquilízate un poco, ¿vale? Solo obedece mis órdenes, no ganamos nada haciéndote daño, así que no me obligues a hacerlo— ya habiendo inmovilizado las extremidades superiores de Giovanni con una cuerda, continuó diciendo —te guiaré a dónde ir, no intentes nada y camina siempre donde pueda verte— con temor, el pobre soldado solo asintió, y siguiendo órdenes, se alejó de la zona de combate.
Después de media hora caminando por caminos destruidos tras los combates, arribó a la avanzadilla enemiga entre Suez y El Cairo, donde podía ver alrededor de otros 20 prisioneros. Fue llevado a una pequeña carpa, y sentado en una vieja e incómoda silla de madera. Su captor procedió a decir —Bien, en este momento estás en una interrogación, si respondes todas las preguntas con la verdad no te haremos nada.
—Pero ¿podré volver a casa?— preguntó Giovanni agotado.
—No te puedo garantizar eso, pero si nos ayudas contestado serás tratado con dignidad, aún así, no olvides que eres un prisionero, no estás a nuestra altura.
—Sí señor... Estoy listo para responder— durante dos horas dio numerosas especificaciones acerca del armamento utilizado, entrenamiento de los soldados, tácticas de combate y más, siempre respondió con la verdad, ya que, al fin y al cabo, se sentía resentido por su alistamiento forzoso al ejército.
Después de tantas preguntas, por fin pudo salir de aquella carpa, la cual posteriormente le sería asignada como su residencia temporal, que tendría que compartir con otro prisionero. A ambos se les dio un colchón, una cubeta para sus necesidades y uniformes que los identificaban como prisioneros, cada uno con un respectivo número.

Regresando al frente de combate, después de varios días de duelo por la ciudad, la resistencia había cedido y el ejército italiano fue destruido, ya no había forma de ganar en África. Por las derrotas y la inmensa cantidad de familias que se vieron forzadas a enviar a uno de sus miembros con un futuro tan prometedor a otro continente para no volver a verlos nunca, un generalizado sentimiento de querer acabar la guerra se hizo presente en toda Italia. Fue tanto que a finales de marzo Mussolini se vio obligado a abdicar, su sucesor anunció la rendición. Un mes después se llegó a un acuerdo para el documento del cese al fuego.

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Tratado de Atenas

Este es un tratado de paz entre el Reino de Italia, Reino de Grecia y los rebeldes independentistas de Abisinia y Egipto. Se firmará bajo los siguientes términos:
- Egipto obtendrá su autonomía plena, anexará Transjordania y Palestina, el canal de Suez será nacionalizado y su completa administración recaerá en dicho país.
- Abyssinia obtendrá su independencia, este mismo se quedará con Eritrea y Yibuti. Somalilandia permanecerá bajo dominio italiano.
- Italia pagará daños de guerra a Grecia, este último anexará el archipiélago del Dodecaneso.
- Albania obtendrá su independencia, la cual será garantizada por Grecia y Yugoslavia.
- Italia liberará a todo prisionero de guerra y estos serán enviados de vuelta a su país de origen.

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El país perdedor había extraviado todo prestigio obtenido anteriormente, más aún, tenía que concentrarse en reprimir constantes revueltas por todo su territorio, cosa que mantendría ocupado al inestable gobierno durante los próximos años

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El país perdedor había extraviado todo prestigio obtenido anteriormente, más aún, tenía que concentrarse en reprimir constantes revueltas por todo su territorio, cosa que mantendría ocupado al inestable gobierno durante los próximos años. El antiguo dictador fue enjuiciado y al ser declarado culpable, enviado a prisión de por vida. Las diferentes facciones políticas comenzaron una disputa por el control del país.

El 6 de abril, Giovanni y los demás prisioneros fueron reunidos alrededor de una fogata minutos antes de ir a dormir. El encargado les dio a todos la noticia de que la guerra había acabado con rendición italiana, sin embargo, los términos no obligaban a Egipto a liberar prisioneros de guerra. Aún así, se les daría el derecho a vivir en el recién fundado país, en un nuevo asentamiento cerca de la frontera con Sudán. Serían considerados egipcios y deberán abandonar todo contacto con su patria anterior, lo único que podrían mantener sería su idioma. Cualquiera que intentase escapar, rebelarse o romper alguna ley que se consideraría amenaza nacional, y por cosencuencia, sufriría la pena de muerte.

Historia Alternativa 1939 Si las Cosas Hubieran Sido Diferentes...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora