Capítulo XII: En Busca del Lebensraum

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En la campaña del norte, el general al mando de la URSS quiso tomar la iniciativa, concentrar sus fuerzas en un punto, vencer en el combate y así acabar completamente con el avance enemigo. Se sentía con confianza, después de todo, había sido hasta ahora el único capaz de derrotar a los alemanes y había podido reemplazar sus pérdidas de la batalla anterior. En agosto, se desarrolló aquel intento para expulsar al Reich de los Bálticos. Lo que no sabían los rojos es que fueron enviados directamente a su perdición. Tal como si el plan del alto mando hubiese sido filtrado, tan pronto como el líder nazi notó movimientos extraños durante observaciones aéreas, preparó el terreno para tomar posiciones defensivas, causando grandes pérdidas a los sovieticos a cambio de daños mínimos. Además, aprovechando su momento, al vencer en combate, pasó a la ofensiva. Así fue como inició otra serie de avances del Eje a lo largo de todo el frente.
La defensa se desmoronó tal como un edificio lleno de dinamita, grandes partes del ejército rojo fueron abatidos u obligados a la rendición, muchos de estos hombres fueron enviados a nuevos campos de concentración inaugurados en la zona conquistada. La derrota supuso la dominación en el Baltico, aquellas pocas otras tropas estacionadas en Lituania, Letonia y Estonia no fueron capaces de mantener una resistencia significativa, y por lo tanto, resultaron siendo abatidas de una forma veloz.

Ahora que una gran porción de sus fuerzas fueron perdidas, la URSS se vio en la necesidad de alistar nuevas levas, inclusive, se instauró servicio militar obligatorio para mujeres, lo cual si bien al principio no fue una idea popular al ser consideradas débiles o de alguna forma inferiores, finalmente, los líderes cedieron ante la presión de la guerra. A la vez, para evitar retiradas o rendiciones masivas, Iosif Stalin dio la orden #227, conocida por el lema "¡Ni un paso atrás!"; esta impedia bajo pena de muerte, que los soldados comunes desertaran o se retiren de sus posiciones sin ordenes de un superior. Ya con estas nuevas medidas, los soviets volvían a la carga por defender la madre patria.

Durante los siguientes meses, la Wehrmacht intentó alcanzar Moscú mientras las condiciones aún no eran tan extremas, a pesar de ello, y por la carencia de vías, recursos y una línea de suministro estable, el avance fue retrasado. La marcha cesó definitivamente en diciembre debido a la falta de ropa y equipo para soportar las bajas temperaturas propias del terreno, seguidos de un par de contraataques no muy fructíferos por parte de la URSS.
En el norte, los finlandeses llegaron a Leningrado por el norte y los alemanes por el sureste, dejando tan solo una pequeña franja al oeste como el único punto de conexión entre la ciudad y el resto del país. Las artillería fue ubicada, posiciones tomadas, el objetivo pasaría por un intenso asedio durante los próximos meses.
Con un combate mayormente estático en los otros frentes, el ejército sur tomó protagonismo, donde las condiciones al menos eran mínimamente soportables, y el objetivo necesario para restaurar la fuerza del régimen, además de servir como un gran logro propagandístico, al este último ser tomar la ciudad que explícitamente por nombre, pertenecía al líder Iósif Stalin.
Después de una poco costosa victoria en Lugansk, el escenario estaba listo para la que sería la batalla más importante de lo que hoy se conoce como la Gran Guerra Patria en Rusia.

Al ver el inminente riesgo de ataque, los comandantes soviéticos habían estudiado la anterior victoria en Pripyat, sabían que los flancos alemanes estaban cubiertos por los ejércitos húngaro y rumanos, los cuales eran más débiles y peor equipados

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Al ver el inminente riesgo de ataque, los comandantes soviéticos habían estudiado la anterior victoria en Pripyat, sabían que los flancos alemanes estaban cubiertos por los ejércitos húngaro y rumanos, los cuales eran más débiles y peor equipados. También, el nuevo arsenal en cuanto a aeroplanos, tanques y demás armamento pesado acababan de terminar su construcción o traslado desde Siberia, estos serían transportados a la zona para servir en el contraataque, y por fin deshacerse de la completa supremacía aérea que había caracterizado al Eje desde el inicio de los combates.

Domingo 28 de junio de 1942, 7:53 a.m. Stalingrado, República Socialista Federativa Soviética de Rusia, Unión Soviética.

Después de un merecido tiempo de descanso, Dmitry se había recuperado de su herida y se encontraba capacitado para volver a la batalla. Y vaya que sería necesario, los alemanes se acercaban cada día más a la ciudad y por lo tanto, un gran número de nuevos regimientos arribaban para preparar la defensa.
El hombre se encontraba preocupado, no tanto por el inminente combate, sino que no había sabido nada de Alexander, y temía que lo peor le hubiese ocurrido. Se encontraba viendo a la nada, pensando en él, cuando a la distancia, por un segundo vio una cara que le resultaba similar; era él no había duda. Se acercó a aquel chico a paso rápido, le dio unos cuantos toques en el hombro para que volteara, y por fin, se sintió aliviado al ver de nuevo el rostro de aquel tipo que quizá apenas conocía, pero le había resultado simpático durante su anterior encuentro.

Alexander sonrió al momento de ver de nuevo a alguien amigable, lo abrazó para luego exclamar —¡Dmitry! Me alegro tanto de que estés bien amigo, apenas te vi en el inicio de Kiev, luego Lugansk, fue horrible, sentía que no podía confiar en nadie más, y temí haberte perdido cuando no te encontraba por ningún lado, y- y-
Dmitry tomó al chico de los hombros, liberándose de su agarre y cambiando sus posturas, ahora viéndose cara a cara —oye, oye, oye; ve un poco más lento, ¿si? Con todo respeto aún no te podría considerar un amigo, apenas nos conocemos muy poco; aunque he de admitir que al igual eres el único con el que he hablado y de alguna forma me das buenas vibras, confío en ti más que nadie en este sitio. Y en segundo lugar, no te preocupes, estoy bien, ya me he recuperado. Y si, lamento que a tus 26 años hayas visto más de lo que debías.
—Si, bueno, perdón. Exageré en eso primero, pero ese no es el punto, ya no quiero luchar, he visto los horrores de la guerra, temo día a día por mi vida y solo quiero volver a casa en este punto.
—Me entristece escuchar esto, pero ya deberías saberlo, aunque sea lo que más deseas, después de que la orden #227 fue instaurada tienes más posibilidades de sobrevivir luchando que en un intento de escape. Pero no pienses en todo esto como una obligación, tienes que defender a tu glorioso país, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Cuando Lenin marchó por las calles de San Petersburgo para acabar con la tiranía del terrible Zar Nicolás II, tuvo que ser valiente, y por lo tanto, es nuestro deber, de los soldados de hoy en día, continuar su legado ¡los alemanes no nos derrotarán por segunda vez!
Alexander no estaba muy convencido, pero al ver al hombre tan lleno de determinación, prefirió no llevarle la contraria a su discurso. Se limitó a responder —en ese caso seguiré luchando (de todas formas es mi mejor chance de sobrevivir), como dijiste, ahora intentar escapar es imposible, y rendirse solo significaría sufrir la tortura de esos radicales.
—Sí, además esta no es cualquier batalla, es nuestra oportunidad de tomar la iniciativa y pasar a la ofensiva, así por fin recuperar los territorios perdidos y con ellos nuestras casas, familias...
—¿Tu hogar ya está bajo su control?
—Es de mi mayor desagrado decir que si, soy de un no tan grande pueblo cerca de Minsk.
—Lamentó eso, pero si, ya lo sospechaba por el acento.
—Ah sí, supongo que eso es bastante notorio. Y, ¿tú de dónde eres?
—De Kalinin, no tan lejos de Moscú.
—Se donde es, no creo que debas preocuparte, los alemanes detuvieron su avance hacia allá.
—Así es, pero aún hay que liberar a tu gente, debe ser duro ni siquiera saber si están bien.
—Pienso en ellos cada día, mi esposa, hermano, mis tres hijos... no hay día que no sueñe con estar con ellos una vez más.
—Imagino, está claro que tenemos que sacrificarnos mucho al estar aquí. Solo pensando en todo lo que tuve que dejar atrás por el servicio militar obligatorio.
Ambos hombres permanecieron hablando acerca de lo que extrañaban del hogar cuando les fue asignada su posición definitiva para la defensa. Afortunadamente, el comandante había visto el enlace que habían formado y los asignó en un mismo regimiento con la esperanza de que así hubiera mayor conexión, amistad, y por lo tanto, sentido de querer protegerse entre ellos. El mantener la moral de sus hombres alta era una prioridad, lo necesitaría para que aguantaran los horrores que habrían posteriormente.

Historia Alternativa 1939 Si las Cosas Hubieran Sido Diferentes...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora