Capitulo 23

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Desde que supe la verdad, huí del poder que conllevaba ser el Sello Celestial, nunca me detuve a pesar en los beneficios que traia ser una criatura del cielo, un nefilim con poderes que todavía no entendían sus límites

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Desde que supe la verdad, huí del poder que conllevaba ser el Sello Celestial, nunca me detuve a pesar en los beneficios que traia ser una criatura del cielo, un nefilim con poderes que todavía no entendían sus límites.

Me refugié en el pensamiento de que el sello era una maldición que solo traía consigo muerte y desgracia, pero al necesitarlo, al gritarle a mi interior que mi vida dependia de los poderes que antes manejaban mi cuerpo sin pensarlo....La respuesta fue poderosa.

Podia escuchar la voz de Miguel y Lucifer como ecos, mi cuerpo y alma se separaban mientras cerraba los ojos, apretando la mano de Azzio en la mia.

Habíamos pasado por tanto en tan pocos meses que parecía que el tiempo se hubiese congelado, ahora entendía que ese sentimiento de conocerlo de años se debía a que, en realidad había sido así, y solo ahora había podido tener la dicha de enamorarme de él.

No era tarea difícil pensar en algo que amaba, no teniéndolo frente a mi. Era como si mi mente tuviera rienda libre a mi memoria, rebovinando cada momento vivido a su lado...Con cada escena, un shot de adrenalina por mi sistema.

Sentí nuestro primer beso en la academia, la mirada pícara de descaro inminente que se apoderaba de sus facciones. Sus labios lentos pero firmes en mi boca, dejando claro que el impulso fue premeditado. Desencadenaron una ráfaga de recuerdos, todos pasando veloces por mi mente; Aquella vez que me salvó en el callejón del club, llevándome en brazos mientras volaba, yo aprisionada a él en su motocicleta, sus labios por todo mi cuerpo, ambos tumbados en la camita de mi cuarto compartido, luego de la batalla cuando al despertar de mi nueva vida, El estaba ahí.

Azzio no merecia morir, Azzio no podia morir.

El latido de mi corazón iba aumentando hasta más no poder, ahora las imágenes viajaban rápidamente por mi mente, una tras otra. Mi niñez, el techo de la iglesia/orfanato, incluso recuerdos que no debería de tener, cuando apenas era una bebe y gracias a Azzio fue que pude vivir.

Toda mi existencia se habia basado en Azzio protegiendome, Azzio salvándome.

Era mi turno.

El calor de mi pecho paso a ser líquido distribuido por mis venas, como lava que se esparcía en cada grieta, el azul neón brillante iluminando por la noche oscura, hasta concentrarse en mis palmas, el collar en mi pecho se elevaba al igual que cada hebra de mi cabello, el cobrizo en contraste.

No tuve que abrir los ojos para saber que habían cesado de hablar, que ni ellos tenían idea de lo que ocurría, pero solo cuando la mano de Azzio le dio un apretón a la mía, es que fui consiente de que lo había logrado.

La luz explotó a mi alrededor como polvo que se esparcía por los aires, la velocidad de la energía celestial fue tanta que se encargó de salir de cada poro de mi ser, con tanta rabia que me impulsó hacia atrás.

Ángel Blanco: El Llamador ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora