6. Hailee: parte 1

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Desde hace días una sensación de nervios constante invadía su cuerpo. En ese momento, se encontraba en camino a Barbizon of NYC, Modeling and Acting School para reunirse con, el que deseaba que fuera, su futuro manager. Si hay algo a lo que Hailee estaba acostumbrada, era a viajar en metro ya que al vivir en Nueva York no tenía mucha más opción; podría tomar un taxi, si, pero su situación económica no era la mejor en ese momento para ser sinceros y el subterráneo no era tan terrible como lo pintaban.

La ojiverde se encontraba perdida en sus pensamientos hasta que un pequeño de no más de un año comenzó a llorar, sus nervios se incrementaban y un niño gritando no era la mejor forma de mantener la calma; agradeció silenciosamente cuando encontró los audífonos en su bolsa, se los colocó y enseguida sintió una sensación de alivio recorrer su interior.

Hailee trabajaba en una heladería de manera temporal. Si bien su sueño era ser una modelo de pasarela conocida mundialmente, sabía que era necesario tener un empleo para mantenerse hasta poder cumplirlo y, quizás, hoy sería el día en que su vida dé el giro que tanto quería.

Pasear por la calle Broadway era uno de sus pasatiempos favoritos desde que era solo una niña, le encantaba escuchar música en sus audífonos a todo volumen mientras caminaba a tiempo de la misma; esto hacía que se sienta como la protagonista de un video musical. Claramente esa no era la rama del modelaje a la que quería dedicarse, pero nunca descartaba la posibilidad de participar en un proyecto como ese en un futuro.

Se detuvo cuando, a su derecha, pudo ver un enorme edificio con el número 1384 en tamaño gigante, haciéndole saber que había llegado a destino; el establecimiento donde se encontraba la academia era extremadamente alto. Era fácil que el miedo invadiera el cuerpo de quien tuviera que entrar, estudiar en esta academia llevaba más responsabilidad de la que cualquiera se podría imaginar. Ni siquiera la primera impresión de la construcción era poca cosa, la entrada tenía una puerta giratoria vidriada muy grande y lujosa; era habitual que los estudiantes se quedaran estáticos frente a ella, dudando si cruzarla o salir corriendo de inmediato. En un principio podía ser considerada demasiado imponente pero, luego de cruzarla millones de veces durante los últimos cuatro años, la pelinegra podía asegurar que la entrada era lo de menos comparado a su interior; los estudiantes y los profesores debían ser la verdadera preocupación de quien quisiera ingresar.

Barbizon of NYC, Modeling and Acting School era más que solo una escuela, sino más bien era una responsabilidad y reputación que mantener por lo que no cualquiera estaría capacitado ni preparado para lo que se debía enfrentar puertas para adentro de ese gran edificio. Hailee agradecía haber resistido tantos años de malos tratos, noches sin dormir, llantos inconsolables, lastimaduras en sus tobillos, críticas hacia su aspecto físico y muchísimas cosas más que prefería olvidar, pero todo sería para poder cumplir su sueño. Ese día sería el comienzo de su nueva vida, la vida que siempre soñó tener y después de tanto esfuerzo al fin conseguiría, o al menos eso esperaba.

Los pocos segundos que duró su trayecto en el ascensor se sintieron como horas, aunque solamente debía ir a la cafetería que se encontraba en el segundo piso. Una vez allí, le fue fácil visualizar a quien estaba esperando por ella; dejó los nervios de lado y se dirigió con firmeza y precisión hacia la mesa en la que Luiz Mattos, manager con una gran reputación dentro del mundo del modelaje, se encontraba desayunando plácidamente.

—¡Luiz! —pronunció con emoción y una gran sonrisa para anunciar su llegada—. Siento la tardanza, el metro fue un desastre —finalizó al sentarse frente al imponente hombre.

—Descuida querida, de hecho, llegas justo a tiempo —claro que que no había llegado demorada, se aseguró que eso no ocurriera, pero debía lucir despreocupada y si dejaba notar que salió de su casa una hora antes de lo normal, fracasaría instantáneamente—. He echado un vistazo a tu currículum, sinceramente tienes futuro en el mundo del modelaje niña —esa afirmación fue suficiente para que la ojimiel sonriera orgullosa. Trabajó muy duro para que su historial de trabajo esté al nivel que requería para dedicarse a lo que siempre soñó. El hecho de que Luiz Mattos la haya llamado niña le molesto un poco, entendía que la llamara así por su diferencia de edad pero, vamos, tenía veintiún años, ya no era una niña—. Aunque lamento decirte que no es suficiente para que estés habilitada a subirte a las grandes pasarelas. Si bien tus calificaciones de esta materia son increíbles, al nunca haber desfilado en pasarela realmente, no hay ninguna fuente que pueda confirmarlas.

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