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Capítulo dos. ╭──────────── 🗯 🪡 ✐; No es lo que parece. 🗯┆ ✐; Hilo rojo. ╰──────────── 🪡
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El azabache tenía una gran guerra interna dentro de sí mismo, quería ayudar al bicolor, pero para eso necesitaba quitar el mojado bóxer, había muchas razones en su contra, y la primera obviamente era por respeto a su difunto esposo, suspiró cansado. No podía ser egoísta y conversase de que su esposo lo dejaría por un bien mayor, seco con delicadeza el cabello bicolor que le recordaba a su Omega.
— Mi esposo sabría qué hacer en estas situaciones. Lo más seguro es que no desayunaste y estuviste caminado much- — sus palabras quedaron vacías al notar pequeños moretones por el cuerpo del contrario. — mierda. — susurró el Alfa al darse cuenta del porqué de la maleta, trataba de ser coherente y no sacar conclusiones apresuradas, pero.
El cuerpo blanquecino del Omega estaba pintando de hematomas recientes, la única parte que no estaba cubierta era la pequeña panza, se arrodilló secando con delicadeza el cuerpo del contrario.
— Hey, tu padre es muy valiente, te protegió poniéndote por encima que su salud y cuerpo, tendrás un padre muy bueno pequeñín. — dijo ______________ sonriendo secando despacio el vientre abultado, sintiendo una pequeña patada.
El azabache se miraba sorprendido por aquel pequeñín golpecito, mirando como se movía cada vez más al decir unas palabras positivas para el pequeño, miró al bicolor y suspiró, que se mueva mucho con un total desconocido no significaba nada bueno; simplemente por el mero hecho de que no era el padre, confirmando con más razón de que estaba en una relación muy mala.
— ¿Cinco o seis meses y su padre ni siquiera ha hablado con el frijolito? — pensó el azabache abrumando mientras secaba las piernas del embarazado. ______________ miró su anillo y pidió perdón con sus ojos, cerrándolos y bajando despacio el bóxer.
— ¿Qué estás haciendo? — preguntó una voz desconocida, el Alfa abrió los ojos encontrándose unos ojos con heterocromía.
— No es lo que crees. — alcanzó a formular el azabache antes de sentir como lo empujaban contra la pared. — ¡espera! ¡Tranquilo, te encontré afuera de mi casa desmayado, estaba lloviendo, no podía dejarte con la ropa mojada, estabas muy helado, así que te metí en agua tibia, iba a cambiarte de bóxer! — balbuceó el de ojos negros desviando la mirada.
