En este mundo existen personas con piel tan impenetrable como el titanio, con la fuerza de mil hombres, con ojos que les daba una vista mucho mejor que la de un águila, y así, todos tenían algo especial.
Algunos odiaban su don, otros lo amaban, pero fuera el caso que fuera, tenían que vivir con ello.
Entonces allí estaba YoonGi, un chico con una mirada tan fría como su don. Piel increíblemente blanca con toques de azul leve en donde la piel se hacía un poco más oscura, ojos azules claros y brillantes, cabello azul celeste, y completamente bello. Observaba hacia la calle por el balcón, recargando la parte superior de su cuerpo en la baranda de hierro, y cuando sonó la campana de la secundaria dando aviso al inicio de clases colgó su bolso en un lado del hombro y caminó con pasó tranquilo hacía su salón; dejando una delgada capa de hielo sobre la baranda en donde anteriormente habían estado sus manos.
Era su último año, y él ya deseaba salir de ahí.
Por un segundo analizó a las demás personas regadas por el salón, cada una en su propio mundo, hasta que la oleada de frío los golpeó y todos los pares de ojos terminaron sobre él apenas abrió la puerta. Su presencia era suficiente para bajar la temperatura un par de grados, lo sabía, pero no le importaba, no podía estar más acostumbrado al frío de lo que ya lo estaba.
Caminó por el salón ignorando a todos y se sentó en el rincón de siempre, allí donde se mantenía cierta aura pesada solo por él estar ahí.
Quienes estaban sentados más cerca de él movieron sus asientos para mantenerse alejados, e intentaron disimular las conversaciones que tenían sobre él. A YoonGi no le importaba, ya estaba acostumbrado, pero siempre se preguntaba: ¿Por qué tenía que ser él quién siempre llamara la atención?
Todos ignoraban las orejas de tigre en la cabeza de ese castaño, nadie le prestaba atención a las branquias en el cuello de la persona sentada frente a él, y nadie veía el poderoso brillo cegante que irradiaba el chico con gran sonrisa. Con el tiempo dejó de importarle, o al menos eso quería, porque odiaba todos los ojos sobre él.
Pero ese día fue diferente.
Llegó alguien que llamaría la atención tanto como él, y solo cuando el chico buscó su asiento y lo ocupó, fue cuando YoonGi notó que su silla era diferente al resto. Era de un material oscuro.
Entró tímidamente al salón cuando el profesor lo invitó a pasar. Con una pequeña sonrisa tímida saludó a todos mientras era presentado.
JiMin.
Hermoso.
¿Qué? Él no pensó eso, por supuesto que no.
Eran, probablemente, de la misma estatura. El chico tenía cabello naranja con lindos tonos algo amarillos en ciertos mechones, su piel era de color caramelo, o dorado opaco tirando a naranja, no estaba seguro, pero de lo que si estaba seguro, era de ese leve brillo cuando lo iluminaba el sol. Traía las uñas pintadas de rojo, unos lindos aros colgantes plateados en sus orejas, que de vez en cuando se encendían en fuego y en cuestión de segundos se apagaban.
Y esa sonrisa, una sonrisa que nunca había visto, y que desde ese entonces le encantaba ver.
Luego se presentó él mismo, diciendo un par de palabras acerca de que quería llevarse bien con todos.
Algo imposible, niño.
Y tal como YoonGi lo esperaba, la reacción de la mayoría no fue buena, lo miraron tal y como siempre lo veían a él. Eso pareció desanimar al chico, que prosiguió a sentarse y acomodar sus cosas.
Se había sentado justo a su lado. Ahí ambos sintieron el contraste de temperaturas.
Mierda.
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One Shots de BTS
FanfictionNo existen límites en la imaginación, cuando pasas más tiempo en sueños que afrontando el mundo real, muchas ideas llegan a tu cabeza. Pueden acompañarme en cada capítulo a leer una por una distintas ideas que se cruzaron por mi mente. Olviden por u...