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Ambos chicos caminaban juntos por el pasillo en silencio. Al haber salido de la enfermería, Sunghoon estuvo dispuesto acompañar a Sunoo por cuenta propia hasta su respectivo salón de clases, aunque el pelinegro debe admitir que fue algo medio complicado, ya que Sunoo al principio se negó, diciéndole que sabía irse solo, pero con las insistencias de su mayor, terminó por aceptar.

Sunghoon miró de reojo a Sunoo, el cuál tiene puesta su mano derecha sobre la venda de su codo, como tratando de darle cierta presión para no sentir aquel dolor irritante.

— ¿Seguro que estás bien... uhm, Sunoo?

El chico de cabellos azabaches asintió tímidamente, manteniendo su cabeza gacha para evitar que Sunghoon viera aquel sonrojo adornado en su rostro.

— El director dijo que podías irte si te dolía mucho, eres un estudiante ejemplar, aprovéchalo.

El menor negó con su cabeza, creyendo que es muy exagerado irse a casa solo por un raspón en el brazo.

Cuando llegaron al salón del menor, Sunghoon lo detuvo tocando su hombro levemente:— No tengas mucho tiempo tu mano ahí —le dice el pelinegro, quitando con cuidado la mano que traía sobre su herida—. Se te pegará y te dolerá.

Sunoo asintió nuevamente, dejando que su mano fuese quitada por Sunghoon, el cual le regaló una pequeña sonrisa.

— Genial —entonces revisó su reloj de mano y chasqueo sus dedos.— Cierto, tengo que ir con Jake, y lo lamento otra vez.

El pelinegro iba a dar la vuelta pero la dulce y delicada voz de Sunoo se hizo por fin presente:— N-No pasa nada sunbae, fue un accidente.

— ¿Sunbae? No seas muy formal conmigo niño, sólo dime hyung.

— Está bien... Hyung —sonrió despacio. El pelinegro se despidió con su mano, dándose la vuelta dejando a Sunoo con el corazón más que acelerado.

El profesor dejó pasar a Sunoo, diciéndole que le habían comentado lo sucedido y que no pasaba nada. Su mirada chocó con la de su mejor amiga, Lee Chaeryeong, la cual lo miraba levantando sus cejas repetidas veces, como si tratara de insinuar algo.

Sunoo infló sus mejillas y al ver su asiento de a un lado libre, se sentó a su lado rápidamente.

— ¿Park Sunghoon te trajo al salón, eh? ¿Por eso faltaste una clase? —sonrió pícaramente y el azabache le dió un pequeño codazo, soltando una risita avergonzada.

— No es eso Chae, él se cayó de las escaleras encima mío, el golpe fue fuerte para mi, mira me raspé el codo —alzó un poco su brazo y se lo mostró—. Y voluntariamente me llevó a la enfermería.

— ¿Voluntariamente? —dice dudosa—. ¿Será que ya te conoce?

— Uhm... No lo creo, se enteró recién de mi nombre en la enfermería.

— La suerte está de tu lado Sun, ya te trajo al salón y ya se besar... —Sunoo tapó de inmediato la boca de su amiga para que no terminara de decir aquello.

— No digas eso aquí, estamos en clases, ¿recuerdas?

Ella asintió y Sunoo satisfecho quitó su mano, comenzando a escribir las operaciones que el profesor estaba anotando en la pizarra.

— Lo besé, sí —le susurra—. Pero él no sabe quién fue y seguramente no le importa, solo fue un... estúpido juego.

— Sunoo, eres muy dulce, hasta tus labios lo son —le susurra de la misma manera—. Aunque quizás no eres tan relevante como te gustaría.

— No quiero ser relevante y lo sabes, no me gusta mucho ser el centro de atención, el gentío simplemente me atosiga. 

— Júm... Tienes un punto, ¿pero nunca pensaste en confesarle tus sentimientos?

El azabache dejó de anotar por un momento, dudando de sus palabras, pero solo pudo esbozar una sonrisa:— Ese beso... Aquel beso que le di fue una muestra de mi cariño.

¡Hey, besitos de fresa! ‹𝟹 SungsunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora