¡APRUÉBEME, SEÑOR XIAO! | Yizhan (FINALIZADA)

Capítulo 13.

Dos semanas después

Ya había acabado.

Su futuro... se hallaba, en esos momentos, escrito en todos los exámenes realizados a lo largo de esos tres frustrantes, pesados y amargos días.

Esa mañana, terminó de hacer las pruebas para entrar en la universidad, siendo justamente la de arte la última en realizar. En cada palabra que iba dibujándose en el folio con su bolígrafo azul, veía su sonrisa, sus ojos, su lunar, sus labios, su cabello negro...

Es normal observar a estudiantes llorando por el agobio, por el miedo de no aprobar o de no haber dado lo mejor de sí. Sin embargo, Yibo dejó libre las lágrimas pensando en cómo dolía estar lejos del amor de su vida. Sus gotas cayeron a causa de la gravedad hasta manchar la perfección de su examen.

Deseaba ver un "3" allá arriba, en la esquina del primer papel y rodeado con un círculo rojo.

Echaba de menos a Zhan..., aunque siguiera enfadado con él.

Una vez terminada la mañana, Ji Li se ofreció a llevarlo a casa. Él sabía que su amigo no se encontraba bien por lo que no se separaba de su lado. No obstante, en ocasiones era difícil, ya que era el propio Yibo quien se encerraba en sí mismo y pedía estar solo.

Y, esa situación, se repitió en este día.

Por mucho que Li insistió, el castaño se negó a ir con él en el coche de sus padres. Aprovecharía que los suyos estaban trabajando para andar un rato por la ciudad y, luego, tomaría el metro para llegar a casa. No tenía ninguna prisa al haber acabado todo, ya solo quedaba "disfrutar" de las vacaciones de verano y estar pendiente del día para recoger los resultados de admisión.

El instituto privado donde había realizado las pruebas era reinado por la calma y el suave piar de los pájaros de los árboles. Frente a él, el campo de fútbol de esa desconocida institución era usado para jugar solo por el viento. La hierba había crecido demasiado y, las líneas blancas que señalaban el contorno, se volvieron muy complicadas de distinguir.

Hacía cerca de dos horas que todos sus compañeros se habían ido..., algunos entre risas y otros entre llantos. Quizás... hasta habían cerrado las puertas principales del centro y debía salir escalando la baya. Tal vez incluso se quedara allí, como un árbol más de aquel solitario patio. 

Era una buena idea... aunque estúpida.

— ¿Qué estoy haciendo? — se preguntó tras suspirar.

Sus ánimos estaban en el subsuelo, provocando un caminar lento y sin rumbo por parte de sus piernas. Además, su mirada, no tenía ganas de elevarse del piso, observando solamente el andar errante de sus pies.

Con ayuda de alguna fuerza divina, y de algo de suerte, dio con la entrada abierta del edificio. Al menos, no le habían encerrado allí dentro. Aunque, nada más salir, quiso que lo anterior hubiese pasado.

— Yibo...

¿Fue el viento?

— Yibo...

Él no estaba allí.

— Yibo... — una mano paró su caminar, agarrando su hombro sin apenas fuerza.

¿Enserio estaba ahí, detrás de él?

Para comprobarlo, se giró lentamente, con una mezcla de ilusión y malestar en su interior. Quería verlo... pero, a la vez, no.

Sin embargo, la suerte decidió por él y, de entre las opciones de "verle" o "no verle" en la ruleta giratoria, la flecha paró en "verle".