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T/N despertaba en el hospital. Cegada por la luz que llegaba directamente a sus ojos. Había olvidado por un momento la razón de su estadía ahí. Hasta que sintió el intenso dolor en su garganta. Entonces recordó como su padre había intentado estrangularla con la soga que usaba para saltar cuando era niña.

Volteó hacía un lado y luego hacía el otro esperando ver a su mamá acompañándola, pero lo único que vió fueron las cortinas del hospital, el monitor cardíaco y un pequeño banco solitario. A lo lejos se oía a personas tosiendo y murmullos entre los demás.

No le quedó de otra más que quedarse observando el techo y esperar a que alguien la viera para que pronto la dejaran salir del hospital. Llevaba veinticuatro grietas contadas cuando un enfermero llegó a hacerle una revisión.

—Sí fuera por mí te dejaría quedarte uno o dos días más —sabía que las heridas de la chica no eran poca cosa— Pero él hospital cada día recibe más gente y necesitamos los lugares. Veo que ya estas consciente. No presentas síntomas de mareo ni nada por el estilo.

T/N solo asentía o negaba pues no podía hablar aún.

—Tienes suerte de que te salvaran a tiempo, niña —dijo mientras llenaba un formulario— Unos segundos más y ya no estarías aquí. Ten, escribí algunas recomendaciones para que trates tus heridas y acerca de la garganta es probable que no puedas hablar bien hasta dentro de unos días, solo quítate el collarín cuando te vayas a bañar.

Un doctor llegó por unos momentos a revisarla pero le dijo al enfermero que terminara la revisión por él. El enfermero siguió hablando sobre qué ejercicios hacer o que medicamento tomar para bajar la hinchazón o por si sentía mareos por falta de aire entre otras cosas, pero T/N no le prestaba atención, solo lo escuchaba hablar sin entender lo que le decía, tenía la mirada triste y perdida.

—Y eso es todo. Solo necesitas firmar y llenar unos formularios y te puedes retirar —finalizó.

Salió del hospital con nada de dinero pues solo le regresaron las pertenencias que tenía al llegar. No tuvo otra opción más que regresar a su casa caminando. El no poder hablar le complicaba mucho las cosas.

Al llegar al pequeño departamento donde vivía, su vecina Viviana salió a recibirla pues después de todo el drama que hubo en el departamento, se ofreció a hacerse cargo de las llaves hasta que T/N regresara. Con un gesto le dio las gracias y por la emoción del momento la abrazó, ya que sino hubiera sido por ella, probablemente estaría muerta.

Entró al departamento, observó el desastre que había hecho su padre y ella al intentar alejarse de él. Decoraciónes rotas, sillas en el suelo e incluso una con la pata rota. Se dispuso a arreglar todo el desastre una vez se diera una ducha.

En el día siguiente le pidió a su vecina —escribiendo en un papel— que le hiciera el favor de marcarle a su mamá, contarle lo que había sucedido y que necesitaba de su ayuda. La única respuesta que recibió fue que no le importaba lo que pasó y al ser mayor de edad ya era su responsabilidad hacerse cargo de sus cosas, no le prestaría su ayuda en nada. Viviana, que siempre había tenido lastima por T/N, sintió una rabia intensa ante la respuesta de la madre y no pudo evitar insultarla hasta que esta colgó.

T/N regresó sintiendose más sola que nunca en su vida. No tenía alguien que la apoyara y estaba en la ruina, necesitaría salir adelante ella sola.

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Si las cosas no se podían poner peor, días después de que su madre la mandara por un tubo, el señor que cobraba la renta tocó a su puerta.

—Buenos días, jovencita —T/N nunca convivió con el señor y era muy probable que a sus padres les diera asco nombrarla en alguna conversación así que no conocía su nombre— Lamento mucho lo que sucedió. Pero, dejémonos de lastimas y hablemos de negocios. Su padre me debía este mes de la renta, la mayoría de las veces lo dejaba pagar a final de mes. Pero usted no es él y yo no puedo permitir tener a una chiquilla viviendo en mi departamento de a gratis. Y ya que supongo que su padre no conseguirá dinero desde la cárcel, tú tendrás que pagarme—al ver que T/N no respondía siguió hablando— Tienes lo que queda de esta semana y la que sigue para pagarme la renta de este mes y el siguiente sin excepciones, de lo contrario... bueno creo que ya sabes que pasará.

Sola (Baji x lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora