9.

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Llegaron a los departamentos. Erik abrió la puerta del suyo y por ella lo recibió su perro, era un bulldog muy cariñoso de apenas un año. Se despidió de ambas mujeres antes de cerrar su puerta.

—¿Quieres cenar conmigo esta noche? —le ofreció Viviana—. Estaba pensando en hacer una receta que vi el otro día en la televisión de un pan con frutos secos. Quiero aprovechar que ya tengo todos los ingredientes. Es más ¿qué te parece si lo preparamos juntas? —Tenía el presentimiento que algo malo había sucedido durante el tiempo que la perdió de vista.

—Sí, me parece bien —dijo desanimada.

—Ven, pasa —abrió la puerta—, tenemos que ponernos de una vez porque es un proceso tardado.

—Pensaba en primero pasar a mi casa y dejar mis cosas —señaló con el pulgar la puerta de su departamento atrás de ella.

—No, no, no. Podrás hacerlo después de cenar —insistió y empujó a la chica por la puerta.

T/N jamás había estado dentro de la casa de Viviana. Tenía el mismo tamaño que la suya pues todos eran pequeños departamentos dentro de un edificio. La entrada contaba con un tapete que tenía la palabra "welcome" en él, a un lado de la puerta estaba una comoda con fotografías de familiares y recuerdos de diferentes ciudades sobre ella. Desde la entrada se podía apreciar la sala y el comedor. Todo estaba muy limpio y organizado.

—Vamos a la cocina —dijo al cerrar la puerta y colocar las llaves en un portallaves de madera con diseños florales colgado en la pared.

Viviana guió a T/N hasta la cocina. Empezaron a sacar los ingredientes que necesitarían para hacer el pan y los moldes donde lo prepararían. Una vez tuvieron todo listo comenzaron con la receta.

—¿Qué sientes al saber que no verás a tu padre por mucho tiempo? —preguntó Viviana en un intento de sacar conversación.

—Me siento aliviada y me alegra saber que recibió su merecido.

—Pues no te ves tan alegre que digamos —colocó harina en una taza.

—Sí lo estoy, lo juro.

—Bueno si insistes te creeré.

Siguieron preparando el pan en silencio durante mucho tiempo. En ocasiones Viviana le contaba anécdotas de su infancia o adolescencia y una vez preparado el pan lo metieron al horno donde lo dejarían varios minutos.

Pará perder el tiempo y en lo que esperaban el pan, Viviana la invitó a jugar alguno de los juegos de mesa que tenía.

Varias partidas más tarde el reloj sonó indicando que el pan estaba listo para servirse. Guardaron el juego y fueron hasta la cocina. Viviana se colocó los guantes de cocina para no quemarse al sacarlo, T/N abrió el horno y con cuidado lo sacaron de ahí. Desprendía un olor a frutos rojos delicioso que ocasionó que se les hiciera agua la boca.

T/N llevó el pan al centro de la mesa mientras Viviana acercaba platos y cucharas para empezar a comer. Partieron el pan y cada una se sirvió su porción deseada.

El tiempo pasaba, Viviana se estaba sirviendo su segunda porción cuando observó que T/N no llevaba la mitad de la suya. Lo intentaba, pero no podía dejar de pensar en las palabras que le dijeron tanto Baji como su madre.

—Te noto diferente desde que regresamos. Antes te veías nerviosa pero ahora es distinto —observó— ¿Te encuentras bien?

—No —se soltó a llorar.

Le era imposible contenerse más, los pensamientos y sentimientos que había tenido durante el día habían llegado a su límite haciendo que explotara. Viviana la tomó de un brazo haciéndola entender que estaba ahí para ella.

Sola (Baji x lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora