❀ Capítulo 3 ❀

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3||Quiero pegarle, hay que pegarle.||

Bad blood - Taylor Swift.

Faith:

Al parecer la estupidez humana no tenía limites, y Tanner Dixon me lo demostraba todos los días.

¿Era idiota o solo disfrutaba no poner a trabajar su cerebro?

¡Cristo! Ahora sí que había perdido la cabeza.

No dije ni una palabra. Salí de la habitación buscando el cuarto de baño, necesitaba refrescarme el rostro y acomodarme las neuronas, si es que eso era posible. Quizá el alcohol jugaba en mi contra, también estaba la opción de comenzar a volverme loca, en todo caso, aunque ya hubiera perdido la cabeza, no me creía capaz de imaginar algo así.

Me sequé la cara con cuidado de dañar el delineado afilado negro que llevaba en los ojos, apoyé las manos sobre el lavabo, tratando de recuperar el aliento, y negué con la cabeza.

¿Cómo carajo fue a pensar en algo así?

Mi teoría es que como siempre, no estaba pensando.

Sí, eso se escuchaba más al Dixon que conocía.

Alcé la cabeza solo para que un pequeño cuarzo negro en la orilla del lavabo llamara mi atención, fruncí el ceño confundida.

Esta era una señal del destino.

Lo tomé con cuidado guardándolo en el bolsillo trasero de los pantalones, y salí de allí pensando aún en lo que Dixon había dicho. Por inercia alcé la vista hacia la puerta de la habitación, de donde él se encontraba saliendo.

Fruncimos el ceño al mismo tiempo y nos sostuvimos la mirada, rompí el contacto y pude prácticamente volar hacia el primer piso si lo hubiese deseado con mucho fuerza.

No aceptaría tal cosa.

No sólo porque jamás en mi vida había fingido una relación, sino porque en realidad se me hacía una estupidez sin pies ni cabeza. Cumplí con mi parte, entregué la guía.

Esperaba al menos poder disfrutar lo que me quedaba de noche.

Pero por supuesto, me equivoqué.

Llegué a casa con la misma sobriedad con la que me fui, y todo por no poder quitarme aquella oración de la cabeza.

"Debes fingir que eres mi novia"

No podía decir que fue el tequila quien habló por Dixon, porque estaba segura de que no había tocado ni un mililitro de alcohol, así que solo era la estupidez que lo caracterizaba la que habló por él.

—¿Estás despierto? —pregunté asomando la cabeza por el marco de la puerta.

—Desearía que no. —contestó con los auriculares de la consola puestos. Pausó el videojuego y palmeó el pequeño puf a su lado, invitándome a tomar asiento.

—Necesito un consejo.

—¿Para que soy bueno? Si se trata de esconder un cadáver, no me encuentro con la fuerza para hacerlo a esta ahora.

—No, no es eso. —contesté rodando los ojos.

—Bien, entonces habla.

—Pues, es referente a...

—Pero primero ¿En dónde están mis Jordan? —rodeé los ojos frustrada, ya se me había olvidado de que le había escondido las mugres zapatillas—. Si no hablas, no hay consejo, conoces las reglas.

La guía de consejos de Faith. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora