Capitulo 17

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"La versatilidad de la verdad"

Overdrive - Conan Gray.

Faith:

No recordaba mi vida antes de ser vecina de los Dixon, tan sólo éramos unos niños cuando llegamos aquí.

Teníamos cinco años cuando mi madre decidió que era una excelente idea mudarse, podían permitirse comprar una casa más grande, cómoda y un poco más lujosa que la anterior, así que sin más, un día, llegó a casa y nos dijo que nos iríamos a un nuevo nido.

Recuerdo haberme enojado. Me gustaba mi antigua casa, tenía un árbol gigante en el patio en el que solía tratar de trepar, no quería dejar al árbol, mucho menos a la pareja de ardillas que solía alimentar.

Así que los primeros diez días en la nueva casa hice huelga de hambre, si, con tan solo 5 años, claro que no sabía que para hacer esa huelga debía dejar de comer, creía que solo no podía tocar los dulces, y bueno, a mi madre le causaba demasiada gracia la situación.

Mi padre por otro lado se mostraba preocupado, polos opuestos.

Para el 11º día, Hope me convenció de salir a caminar por las calles de la residencial, él ya había hecho amigos, claro.

No me gustaba el lugar, ni la casa, ni el patio, ni las personas, mucho menos los Dixon, quienes hacían ruido a más no poder por cualquier estupidez.

No me uní a ellos en su caminata, la única ventaja que suponía haberse mudado a una residencial así, era que había guardias en cada esquina, así que la seguridad era un 100 y Hope podía varar por el lugar sin ningún miedo.

Pero entonces, después de estar media hora sentada en el césped, arrancando pedacitos de este enfurruñada, divisé un enorme árbol frondoso y precioso en la esquina de nuestra calle.

Quise hacerme la fuerte y no ceder ante la intriga que sentí en ese momento —la fuerza de voluntad me duró 10 minutos— después claramente caminé hacia el, temerosa y desconfiada.

Cuando lo tuve de frente, me di cuenta que habían unas pequeñas escaleras de cuerda colgadas en una rama no tan alta, así que las trepé, porque ¿Cómo no? Jamás pensé en los riesgos que supondría treparme en una cosa tan vieja como esas escalerillas.

Me quedé ahí, sentada en la rama, cortando hojas y admirando el cielo despejado que daba paso a la gigante montaña, no se percibía contaminación ni nubes negras, era un aire limpio.

Pero... la cosa se puso fea cuando intenté bajar, quedé atorada entre las cuerdas de la escalera, grité tratando de pedir ayuda, pero mis padres no escuchaban, los vecinos parecían estar sordos y Hope no estaba cerca.

Y entonces una voz a mi espalda hizo que me soltara del susto y cayera de culo al suelo.

No lloré, por supuesto, pero me estaba muriendo de dolor, cuando alcé la vista lo vi ahí, parado, con los brazos cruzados y el ceño fruncido.

—No debiste trepar, la cuerda es vieja.

—Nadie te preguntó —Respondí muy valiente.

—Pero te has caído.

—No me di cuenta, gracias por decirlo.

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