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Se reencontraron en el restaurante de sushi en el cual habían tenido su primera cita, en la misma mesa, y Wooyoung, de nuevo, pidió por él.

Aún así, a pesar de que la situación era similar, Wooyoung lucía casi incómodo en aquel lugar donde todos ponían su atención en él. San podía notarlo debido a su mirada baja y los brazos cruzados sobre su pecho, además de su pierna moviéndose nerviosamente de un lado a otro.

—Podemos cambiar de lugar si quieres.

—Me gusta este lugar, Sannie.

Y, al contrario de las otras veces en las que lo había llamado de esta forma, en ese momento San realmente pudo apreciarlo.

—Me gusta que me llames así.

—Lo sé.—Afirmó con una sonrisa. Y era una sonrisa real, como la de un niño al que su madre acaba de decirle que su dibujo es hermoso.—También te gusta que te toque cuando no te lo esperas, y mis ojos. También mis muslos, pero ese es otro tema...

San se sonrojó de inmediato y rió nerviosamente.

Wooyoung tenía razón. Le encantaba todo eso de él, y tal vez mucho más.

Le gustaba la forma en la que sus labios decorados por un lunar formaban hermosas sonrisas. Le gustaban sus palabras. Le gustaba su sentido del humor, y también la manera en la que podía hacerlo feliz con solo mirarlo. Le gustaba la manera en la que apreciaba el cielo nocturno, y la devoción con la que comía todo tipo de alimentos.

Le gustaba Jung Wooyoung.

En medio de sus pensamientos la mesera de la vez anterior llevó las bandejas de sushi a los chicos y se retiró antes de que Wooyoung pudiera decirle algo.

San lo miró, y fue así como se dió cuenta de que Wooyoung no le habría dicho nada a la pobre chica. No esa vez.

—Perdón por no responder tus mensajes.—Se disculpó aunque no tenía que hacerlo.—La muerte de Jiwoo me ha deprimido bastante... En realidad, sólo he salido de la cama hoy porque sabía que serías tú quien me tatuaría, y de alguna forma tú siempre logras subirme el ánimo.

No le gustaba verlo así. No le gustaba verlo tan roto.

Tampoco le gustaba saber que él le subía el ánimo. No quería que Wooyoung necesitara que le subieran el ánimo.

—Lamento lo de Jiwoo.—Murmuró extendiendo su mano sobre la mesa para acariciar la de Wooyoung, quien miró aquel gesto de la misma forma en la que había mirado sus caricias la noche de la fiesta de Haechan.

Al contrario de esa vez, Wooyoung no se alejó.

—Yo también...

Y se hizo silencio.

—¿Cómo te sientes, Wooyoung?—Preguntó con preocupación.

Necesitaba escuchar la respuesta. Necesitaba comprobar que estaba bien... O, al menos, lo más cercano a la palabra "bien" que se puede estar luego de haber perdido una abuela, una hermana y una sobrina.

—Contigo acá estoy de maravilla.—Contestó con una sonrisa, y claramente no mentía.—Así que no te extrañes si comienzo a visitarte todos los días. Me gusta esto de sentirme maravillosamente vivo.

San simplemente sonrió con cierta timidez y bajó la mirada hacia sus manos unidas, dándose cuenta en ese mágico momento la razón por la cual el pintor miraba ese gesto con tanta adoración.

Sus manos encajaban a la perfección, y el que lo hicieran lo hacían sentir de maravilla.

—¿Quieres que hablemos de algo?

El Tatuador de Libélulas || WooSan (Adaptacion)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora