11

813 118 29
                                    

Howe se mostraba cuerdo al inicio de sus historias, y casi parecía tener un propósito. Luego de un par de páginas comenzaba a divagar, para finalmente acabar con un libro de frases sin sentido. Aún así, San debía admitir que sus palabras generaban cierta atracción.

Además, su transición de cordura a completa demencia ocurría tan lentamente que, realmente, era imposible darse cuenta de ello. Tal vez en eso estaba su magia.

El cambio no se percibía hasta que era demasiado tarde.

"Y aquí Ana, de cabello rojo, dijo al caballo: 'Matame', y el pobre Owen, que era un perro, por fin hizo realidad su sueño de ser un gorrión."

Y en ese momento, casi como sabiendo que San finalmente comenzaba a leer el libro de Howe, Wooyoung lo llamó. El tema del Titanic resonó en la habitación.

—¡Jung Wooyoung!—Saludó con entusiasmo antes de cerrar el libro de Howe.

Era una lectura interesante, pero llegaba a dar dolor de cabeza.

—¿Sannie?—Su voz se escuchaba suave tras la línea, casi hipnótica.—No puedo creer lo mucho que me gusta tu voz.

—¿Sólo mi voz?

Habían pasado dos semanas desde lo sucedido en el departamento de Wooyoung y todo estaba en calma. No había clientes locos, ni escenas violentas, ni gritos, ni llantos. Estaban en una etapa maravillosa.

—Tus piernas también, pero no quería ser tan poco romántico.

San rió. Realmente le encantaba ese idiota.

La relación de ambos, por desgracia, no había cambiado mucho. Se hablaban con más frecuencia, sí, y Wooyoung parecía haber aceptado el hecho de que estaba enamorado del tatuador, pero ninguno se atrevía a dar el siguiente paso.

Ambos comenzaban a impacientarse.

—¿Podemos hablar de lo demente que Howe estaba?—Cuestionó San con una sonrisa.—Juro que a partir del octavo capítulo el pobre estaba alucinando... Y puedo jurarlo porque olvidó escribir el capítulo ocho.

—Es de lo único que hemos hablado durante estas dos semanas.—Remarcó Wooyoung.—... Pienso que te has leído los tres libros de Howe que te he prestado sólo para burlarte de él.

—¡Por supuesto que no!—Se negó con indignación.—Lo hago porque quiero saber qué es lo que ves en estos libros.

—No vas a entenderlo si tratas de entenderlo.

—¡Esto es confuso!—Se quejó.—¡Y estresante!—Añadió.

—Tú también sueles estresarme cuando no dejas de hablar de un escritor muerto.—Comentó tras la línea con neutralidad.—Pensé que yo era su fan loco, no tú.

San intentó contener su risa, pero no lo logró. Nunca se habría imaginado a Wooyoung como un fan loco de nada, pero ahora tenía una clara imagen del pintor gritando como demente mientras vestía una camiseta con el rostro anónimo de Howe.

—Está bien, lo siento... ¿De qué quieres hablar?

—Iré al estudio mañana para recogerte. Quiero pintarte un poco más...

En eso tampoco habían tenido un gran avance. Wooyoung solía distraerse constantemente con el cuerpo de San, y poco después de una hora de trabajo, tal vez menos, dejaban todo de lado solo para hablar tonterías con las que cualquiera habría rodado los ojos.

—Está bien. Te esperaré a las cinco.

—Iré al mediodía, en realidad... Quiero hacer unos dibujos de tí mientras tatúas a otras personas solo por el hecho de que me gustas tanto que quiero llenar mi departamento con tu rostro.

El Tatuador de Libélulas || WooSan (Adaptacion)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora