La mañana siguiente fue soleada. Abbacchio se sentía tan cómodo que no pensaba abandonar esa cama. El Sol alumbraba fuertemente la habitación, pero a la pareja poco le importó, solo querían descansar.
Fue el teléfono que interrumpió el sueño de Abbacchio, pero aún así él no quiso levantarse.
—Bucciarati, el teléfono.
—A tu lado, en el bolso.
Abbacchio lo buscó con prisa y contestó, su voz era grave y no perturbaba tanto la paz del lugar, pero escucharlo decir tantas veces "Scolippi" fue molesto, sobretodo en la mañana. —¡Abbacchio, deja dormir!
Abbacchio se fue de la habitación tratando de hacer el menor ruido posible, mientras hablaba con Illuso.
—Scolippi, lamento que parezca que te presioné para que vayas con Oprah...— bajó las escaleras mientras se intentaba cerrar un poco la abertura de su pijama. —Si, sé que quieres ser feliz...— dijo mientras se ponía unos zapatos que encontró cerca de la puerta. —Scolippi, puedo cancelar si quieres.
Abbacchio salió de la casa, y escuchó un ladrido, vió a Iggy saliendo de la casa, pero no podía hacer algo en ese momento.
—Scolippi, si cancelaras con Oprah sería gran una pérdida, tus palabras están hechas para cautivar a todas las personas...
Iggy comenzó a ladrar más fuerte, y Abbacchio se dio cuenta de que un gran halcón pasaba sobre el lugar, tomando con sus garras al perro sin mucho esfuerzo.
—Necesito un segundo, solo un segundo.— habló en el teléfono. —¡No te lo lleves!— gritó hacia el ave y corrió tratando de perseguirla. —¡Dámelo!
Sin otra opción lanzó el teléfono hacia el ave, y con eso esta soltó al perro, así que corrió lo más rápido que pudo para alcanzar al can. Lo tomó entre sus brazos y también agarró el teléfono del cesped. —Lo siento, solté el teléfono, escucha.— dijo Abbacchio mientras corría lejos del ave, pues el esta lo seguía. —No te obligaré a nada, pero creo que sería bueno que dejes un legado y... y...— Abbacchio empezó a correr aún más rápido, el halcón estaba prácticamente sobre su cabeza. —¡Dame tu decisión mañana! ¡Siempre tengo el teléfono encendido! ¡Adiós!— gritó mientras ponía sus manos, aún sosteniendo el teléfono, sobre su cabeza, sin mucho esfuerzo, el ave tomó su teléfono.
El ave se alejó pronto, ni quiera le dio tiempo de correr para alcanzarla.
—No, no, no...— miró a Iggy en sus brazos y lo alzó hacia el ave. —¡Toma al perro y dame el teléfono!— fue corriendo hacia el ave aún con el perro en sus brazos. —¡Solo llévatelo!
Pero el ave ya estaba muy lejos como para que la alcanzara. Lo que él no sabía es que Narancia, Paolo y Giorno lo observaban desde la ventana.
—Es muy lindo.— dijo Paolo.
—Es más tierno de lo que pensé.— dijo Giorno, y Narancia rió.
Bucciarati recién se había levantado cuando vio a los tres cerca de la ventana, así que se acercó a ellos. —Buenos días, ¿no han visto a...?— no acabó de preguntar cuando vio a quién buscaba en el jardín.
—Está jugando con Iggy, parece que sí le agradó después de todo.— dijo Giorno mirando atentamente.
—Bueno, dile que venga, le tenemos un día especial.— Paolo le dijo Bucciarati, riendo un poco.
Bucciarati salio de la casa con toda la disposición de avisar a Abbacchio.
—¡Dámelo! ¡Devuelve el teléfono!— Abbacchio lucía entre desesperado y enojado.
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La propuesta
FanfictionLeone Abbacchio, un famoso e influyente editor de Cerdeña, está a punto de ser deportado a Francia. Para evitarlo, declara que está comprometido con Bruno Bucciarati, su asistente. Dispuesto a participar en la farsa, Bucciarati tiene algunas condici...