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La mañana siguiente, Abbacchio se levantó perdido, no recordaba dónde estaba. Miró a Bucciarati aún en el suelo durmiendo. Vio su reflejo en un pequeño espejo al lado de la cama, y se maquilló rápidamente, se sentía raro sin su maquillaje puesto.

Alguien tocó la puerta, Abbacchio se quedó estático en la cama.

—¡Servicio a cuarto!— se escuchó la voz de Paolo.

—¡Desayuno para los novios!— siguió Narancia.

Abbacchio se inclinó en la cama para llamar en voz baja a Bucciarati. —Bucciarati, Bucciarati.— murmuró pero el más bajo ni siquiera se movió. Tomó almohadas y las arrojó hacia él. —Tú padre está en la puerta.— chasqueó los dedos. —Ven, sube tus cosas.— ordenó. —¡Un segundo!— gritó hacia la puerta.

Bucciarati le lanzó una almohada para callarlo, subió las cobijas y todo lo que estaba en el suelo hacia la cama. Se puso al lado de Abbacchio, quien intentaba quitar la fábrica de bebés.

—¿Dormiste con maquillaje?— dijo Bucciarati.

—Por supuesto que no.— Abbacchio se cubrió con la manta. —Abrázame.

—Como gustes.— Bucciarati apoyó su mano en la cadera de Abbacchio, mientras intentaba que el más alto recargara su cabeza en su hombro.

—¡Pueden pasar!— gritó Abbacchio.

Paolo, Virna, Narancia y Giorno pasaron a la habitación, Paolo sostenía una bandeja con Rollos de Canela.

—No debieron molestarse.— dijo Abbacchio con una sonrisa.

Paolo dejó la bandeja en la mesa, mientras sonreía. —No es una molestia, eres de la familia.

—La reunión familiar podría ser más tarde, apenas despertamos.— Bucciarati dijo, de manera gentil.

—Bueno, Paolo quería proponerles algo.— dijo Virna.

—¡Queremos que se casen aquí mañana!— Paolo mencionó sonriente.

—¿Cómo? ¿Cómo?— preguntó Abbacchio confundido.

—Se casarán de todas formas, ¿por qué no se casan aquí?— Narancia dijo entusiasta. —Estaríamos juntos.

La pareja negó al mismo tiempo.

—No, es el cumpleaños del señor Bucciarati. No quisiéramos arruinarlo.

—Ya he tenido 49 fiestas de cumpleaños, no es necesario otra, preferiría ver como ambos son felices, sería un sueño hecho realidad, ¿lo harán?

Abbacchio sintió tristeza, miró a Bucciarati y ambos asintieron sin otra opción.

—¡Dejen todo en nuestras manos! ¡Tendrán la mejor boda del mundo!— habló Narancia con emoción.

—Se casarán en el granero, es una tradición en la familia.— Paolo sonrió con más ganas.

Abbacchio solo pudo estár nervioso, pero hizo un intento de sonrisa. —Siempre quise casarme en un granero... Hermoso.

Narancia lo miró asombrado. —Es como una señal de que deben está juntos, ¡son almas gemelas!— el más pequeño dio saltitos en la habitación.

Paolo miró a Narancia con ternura y después vio a la pareja. —Los dejaremos solos, ¡esto es muy emocionante!— hace mucho que Bucciarati no veía tan feliz a su padre, así que se limitó a sonreír mientras veía como todos salían de la habitación.

—Esto no puede estár pasando.— dijo Bucciarati, alejándose de Abbacchio y mirando las sábanas. —Cuando sepan que esto es una farsa los destrozaré, mi papá estará tan triste que...

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