VI

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—No puedo creer que esto pase.— dijo Paolo. —Mi abuelo hizo este traje, hace ya varios años atrás. Es divertido pensar que se volverá a usar.

—Ya casi salgo.— dijo Abbacchio desde el probador.

—No te preocupes por la talla, puedo hacerle unas correcciones con ayuda de los chicos.— volvió a hablarle.

Abbacchio salió del probador, con un bello traje puesto, tenía un saco blanco con cola larga y un pequeño bolsillo al lado izquierdo del que sobresalía una rosa roja, un pantalón blanco, y una camisa blanca con escarola, se veía suave y un poco ajustado.

—Tal vez está un poco ajustado en unas partes, pero no será difícil corregirlo.— mencionó Giorno.

—Déjame acomodarlo.— dijo Paolo. —Estoy seguro de que se verá mejor cuando lo ajuste, pero por ahora no se ve mal.

Narancia veía con cierto aburrimiento. —¡Oigan! ¡Tengo una idea! ¿Qué tal si vamos y los visitamos en las vacaciones de invierno este año?— preguntó con entusiasmo.

—Claro.— Abbacchio sonrió un poco. —O podríamos venir a visitarlos nosotros.

Narancia se sorprendió y miró con ojos brillosos. —¡Eso sería excelente!— Sonrió. —¡Si, vengan con nosotros! ¡me aprenderé una coreografía y la bailaremos juntos!

—Tranquilo, Narancia, ve por té.— dijo Paolo, y este obedeció.

Paolo siguió arreglando el vestido, con Giorno mirando de lejos.

—Oh, si, ten, es un toque especial...— Giorno se paró frente a Abbacchio, lo condujo a un espejo y le intentó poner una cadenita en el cuello, era un forma de flecha, con algo de esfuerzo pudo ponerlo. —Esto es de mi familia, lo hemos tenido desde hace más de 100 años.

—Yo no creo...

—Aún no termino.— Giorno lo interrumpió. —El origen es de hace mucho, pero la historia más preciada viene de mis padres. Mi padre se lo dió a mi otro padre cuando se casaron. Fue algo distinto, mi padre fue un noble inglés, y mi otro padre era un bandido. Entonces, mi abuelo no aprobaba esa unión porque creía que mi padre merecía a alguien mejor. Pero mi padres son muy valientes, y estaban dispuestos a luchar contra cualquier cosa para terminar juntos.— Giorno miró a Abbacchio con el collar puesto. —Ninguno de ellos es mi padre biológico, a mi padre biológico no lo conocí, tampoco a mi madre, pero ellos fueron los mejores padres que pude haber tenido. Y quisiera que lo conserves.

—No, esto es...

—Abbacchio, esto es... era de mis padres, y ahora que Bucciarati es como una familia para mi, siento que necesito darle algo a su prometido, no es mucho, pero es un regalo mío para ti y Bucciarati. Solo tómalo.

Abbacchio asintió, sin palabras. No paraba de parpadear.

—¿Todo está bien?— dijo Giorno.

—Yo... Yo...— Abbacchio sentía la necesidad de llorar, pero no quería, por eso simplemente respiró un poco. —Quería saber si... aún se puede corregir el traje.— Su voz temblaba, pero no lloró.

Paolo rió y abrazó a Abbacchio. —Claro que si. Te verás muy bello. Puedes quitártelo si quieres.

Abbacchio se quitó el traje y se despidió de los demás con una pequeña sonrisa. Pero en cuanto salió de la tienda, corrió lo más rápido que pudo al muelle, donde Bucciarati ya lo estaba esperando, entonces arrancó el bote apenas Bucciarati los desató.

—¿¡Qué pasó!?— preguntó Bucciarati viendo como Abbacchio conducía hacia el mar abierto.

—¡Necesito pensar, necesito alejarme de todos!— Abbacchio gritaba alterado.

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