II

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Juntos fueron al edificio de servicios de inmigración, Abbacchio no quería esperar más tiempo.

Aún así, la fila era muy larga, y mientras más tiempo pasaba Abbacchio se desesperaba aún más. Sin mucha consideración, se adelantó en la fila, Bucciarati tuvo que disculparse con todos los de atrás.

—Vengo a solicitar la visa para esposo.— El más alto habló con autoridad.

Bucciarati pensó que Abbacchio fue muy brusco por la manera en que lo pidió, pero no pudo disculparse pues el hombre que atendía de inmediato los llevó a una pequeña oficina.

Ahí ambos se sentaron en dos sillas que habían frente a un escritorio, y esperaron en silencio, hasta que un chico rubio con traje verde, que no parecía mayor a ellos, llegó y se sentó en la silla del lado contrario del escritorio.

—Buenos días, soy Fugo Pannacota y hoy los atenderé.— habló cortésmente.

Bucciarati de inmediato lo reconoció, Fugo y él eran buenos amigos, casi podía considerarse que eran familia, pero eso no quitó su nerviosismo. Fugo solo le dedicó una sonrisa a Bucciarati, para después volver a su fachada seria.

—¿Es esto un fraude para que puedas conservar tu puesto de editor en jefe?— Fugo preguntó a Abbacchio.

Bucciarati sabía que el chico siempre había sido perspicaz, pero dudó que eso lo hubiera pensado él.

—Eso es ridículo, ¿quién le dijo eso?— Abbacchio parecía genuinamente ofendido.

—Un hombre llamado Diavolo nos contactó hoy, estaba muy molesto.

—Es solo un ex empleado rencoroso, me disculpo en su nombre.— el peli blanco dijo con simpleza.

Bucciarati seguía nervioso, Fugo es demasiado listo, se daría cuenta de la mentira muy pronto.

—Si es así, habrá una entrevista programada, los separaré y preguntaré cosas de pareja, después investigaré más, hablaré con conocidos, familiares, registros telefónicos, y si los resultados no son los mismos, usted,— El rubio señaló a Abbacchio severamente. —será deportado y tú.— esta vez señaló a Bucciarati, lo cual le causaba más nervios, pero sabía en lo que se metía. —Habrás cometido un delito, darás 250,000 euros de multa, y estarás condenado a 5 años de cárcel.

La pareja miró a otra pareja desde la ventana, una mujer estaba siendo escoltada por guardias y un hombre era esposado.

—Bruno, ¿algo que decir?

Bruno negó en un principio, pero finalmente asintió.

—Lo cierto es que, nadie en la oficina lo sabe, creímos que era inapropiado decirlo a alguien más por mi ascenso programado.— Bruno miró a Abbacchio, y este se limitó a fruncir el ceño.

—¿Ascenso?

—Si, sería inapropiado por mi ascenso a editor.

—Bien, ¿le han hablado a sus padres de su amor secreto?

—No, he perdido el contacto con mis padres desde hace años.— mencionó Abbacchio. —Pero los de Bruno siguen vivos. De hecho iremos este fin de semana a su casa, su padre cumple 50 años, e iremos a su casa.

—¿Dónde es la casa de sus padres?

—Creo que hablo de más, mejor responde tú, cariño.— Dijo Abbacchio, con una sonrisa que, para quienes no lo conocían, parecía real.

—Isquia, Nápoles.— Bruno respondió de inmediato.

Leone se sorprendió un poco, pero lo trato de disimular, viajarían lejos.

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