ꗃ Hoseok y Hosuk son gemelos pero mientras uno prefiere una tarde tranquila con un café helado, otro quiere irse a las Vegas y gastar por montones.
Esta historia está centrada en un hermano y como sin saberlo, y por culpa del destino (y de su gemel...
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Hoseok estaba en la habitación de Yoongi mirando por la ventana los movimientos de la gente, desde esa distancia parecían hormigas. Hacía horas que había llamado por teléfono a su oficina para decir que se tomaría todo el día libre. Yoongi se había movido varias veces, pero aún no se había despertado. Media hora antes, Hoseok había podido convencer a los padres de Min que dejaran por un rato su vigilia y se fueran a descansar y a comer algo. No le serían de ninguna ayuda a su hijo con los nervios rotos por la tensión.
— ¿Hoseok?
El sonido de su voz era apenas un susurro, pero Hoseok lo oyó y cerró los ojos.
Había estado esperando ese momento con un doloroso presentimiento. Su reacción anterior había dejado sus nervios de punta. Tanto que tenía miedo de acercarse a la cama y al hombre que estaba en ella. Pero había prometido ayudar así que, tomando aire, se dio la vuelta y se dirigió hacia la cama.
—Estoy aquí —dijo intentando parecer calmado mientras su corazón latía aceleradamente.
El pálido lo estaba mirando con esos asombrosos ojos grises. ¡Por amor de Dios! Cómo lograban afectarle esos ojos. Hacían que le diera un vuelco el corazón y que se le doblaran las rodillas. Podría ser tan fácil ahogarse en ellos... Era un pensamiento que le helaba la sangre en las venas y hacía que sintiera una sofocante ola de calor en la cara.
Eso no podía estar pasando, se dijo a sí mismo. «Soy una persona que se enorgullece de su sensatez. ¿Cómo puedo haberme convertido de repente en esta criatura tan emocional?» No encontraba ninguna respuesta que pudiera aceptar.
Cuando se paró delante de la cama, Yoongi levantó la mano y el menor la sostuvo en la suya. Algo como una descarga eléctrica le subió por el brazo, haciendo que contuviera el aliento. Sus ojos se convirtieron en dos turbulentas tormentas de color avellana en los que Yoongi se miró con la misma sorpresa. Saber que Yoongi estaba sintiendo lo mismo que él no le desagradó en absoluto, más bien al contrario.
El mayor parpadeó confundido.
—Es asombroso lo que... el roce... con la muerte puede hacerle a uno... —murmuró, respirando con dificultad por el dolor en sus magulladas costillas.
Hoseok estaba aún más sorprendido.
Yoongi respiró profundamente, haciendo una mueca de dolor.
—Tocándome me has hecho saber que... aún no estoy muerto.
Cuando Hoseok siguió la dirección de sus ojos bajando por la cama se dio cuenta de lo que quería decir y se ruborizó.
El menor quiso escapar del dominio de su influencia hipnótica, pero Yoongi no soltaba su mano y, temiendo hacerle daño, se vio forzado a no moverse.
