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Alyssa.
Cuando el chófer nos avisa de que hemos llegado los nervios vuelven a entrar en mí, y el momento de adrenalina se esfuma, junto todas las ganas de follar. La verdadera realidad me asalta, estamos en el club de Marc. El puto de Marc, la única persona que sabe mis secretos, y si los chicos se enteran, todo se va a ir por la borda.

Llegué a esta ciudad para huir de mi pasado, y por loco que parezca esos putos psicópatas son los únicos que pueden hacerme desaparecer de él. Pero, si a Marc le da por abrir el pico, estaré de patitas en la calle o, peor, muerta.

—Alyssa— la voz de Danger interrumpe mis pensamientos, giro mi cabeza mirándole y veo como sonríe, intentando tranquilizarme. Su mano rodea la mía pero es en vano, porque creo que ni tres litros de alcohol podrían ayudarme.

—Vamos— habla esta vez Hades y sale del coche sin esperarnos. Ruedo los ojos. Por supuesto. Hades está deseando descubrir todos mis putos secretos, por mucho que sabe que no quiero que se enteren.

Danger abre la puerta y tira de mi mano, llevándome con el fuera del vehículo. Contengo la respiración viendo las luces neón del cartel y sigo los pasos de los chicos. Hades tira de la puerta y entramos. El ambiente tan familiar me abruma, el mismo aire que respiré durante dos años y que no he hecho para nada de menos.

—¡Alyssa! Ey, chicas, Alyssa está aquí— veo a Iris venir hacia mí y sonrío. En seguida las demás vienen y empiezan a gritar abrazándome.

—¿Dónde has estado? Pensábamos que estabas muerta, chica— dice Aster. Me encojo de hombros y me limito a señalar a los dos psicópatas que tengo por guardaespaldas detrás mío.

—Encontré el amor— respondo sarcástica.

Veo las caras atónitas de todos y me río. La mano de Hades se implanta en mi cadera, dándome señal de que está esperando impaciente que me mueva.

—Tengo que irme. Me alegro de verles— sonrío a todos y empiezo a moverme con la mano de Hades guiándome.

—Suerte, chica. Quiero sobrinos pronto— habla Iris y veo como los demás asienten. Niego divertida y giro la cabeza al frente.

—No hace falta que me lleves, no soy un puto perro— susurro entre dientes, lo que provoca que el agarre en mi cadera se intensifique.

—Silencio, tigresa— dice Hades contra mi oído. Su aliento me envía escalofríos por todo el cuerpo. Busco la mirada de Danger y solo se encoge de hombros, dándome la mano.

Suspiro y cojo su mano, mientras sigo el camino guiada por Hades.

Es mi puto club, trabajé aquí durante años, que cojones va a guiarme este imbecil.

Admití ser su mujer, sí. No su perra.

—Te lo vuelvo a repetir, Hades. No. Soy. Un. Puto. Perro— marco cada palabra de la oración de forma individual y separada, a ver si así entiende porque parece que no habla mi maldito idioma. Llevo mi mano a su agarre y me deshago de él, arrancando su mano de mi piel.

Y jodí con el diablo.

Sin darme tiempo a reaccionar, Hades abre una puerta a la izquierda y me empuja dentro de la habitación vacía y oscura. Su mano se afianza en mi cuello y jadeo buscando aire.

—Y yo te vuelvo a repetir, tigresa. No juegues conmigo. Que seas mi puta mujer no te da derechos sobre mí. No pases límites, Alyssa. Limítate a ser una buena perra y chuparme la polla.

Gilipollas.

Su mano abandona mi cuello y caigo al suelo jadeando por aire.

—Lo siento— murmuro.

The stripper. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora