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Dejo otra copa sobre la barra e ignoro la mirada descarada de aquel tipo sobre mis senos. Todos son iguales de asquerosos y depravados.

—¡Rubia, otra por aquí!— otro tío borracho grita desde el fondo. Bufo rodando los ojos y le preparo otra copa. Salgo de la barra y me dirijo a la mesa de aquel sujeto.
—Aquí tiene— sonrió forzadamente, cosa de la que no se da cuenta. Aunque obviamente no se va a dar cuenta, apuesto lo que sea a que le digo que soy Shakira y en estos momentos me cree.

El viejo sonríe e introduce un billete en mi camisa. Suspiro y doy media vuelta volviendo a la barra, aunque no sobran las nalgadas o toqueteos mientras camino de regreso.

Este sitio es asqueroso.

—Alyssa— Lily me llama. Alzo la cabeza en su dirección. —Te toca en cinco, van a venir unos clientes estrella y Marc quiere a las mejores en el escenario. Asiento mientras llamo a Dalia para que ocupe mi lugar.

Aquí todas tenemos como apodo el nombre de una flor. Ninguna quiere que se conozca algo de nosotras, y menos nuestro jefe, Marc. Según él el misterio es lo más excitante para un hombre, y mientras más enigmáticas parezcamos más clientes acudirán, y por lo tanto más dinero.

Entro en el camerino y me quito el diminuto traje de camarera. Si hay algo que se aleje de lo obsceno este uniforme no lo es. No entiendo por qué tenemos que vestir con estas ropas para parecer sexys, porque para mi es completamente lo contrario.

Busco la percha con mi nombre y me pongo la ropa sin reparar en ella. Me he disfrazado desde policía hasta colegiala. Vestir ahora de gato no me parece extraño.

Entallo mis piernas en las medias negras de rejilla y me coloco los tacones. Coloco la cola de gato en mis bragas y la diadema con las orejas. Aplico algo de maquillaje y, antes de salir, me coloco la bata de seda negra y el antifaz.

Salgo de la habitación y camino tras el escenario, esperando las órdenes para salir.
—Dios mío, Alyssa. Estás buenísima— Iris  se coloca a mi lado. Sonrió y veo que ella está vestida de conejo.
—Tu también estás que te cagas, Iris. Apuesto a que vas a provocar más de una erección esta noche— ella solo me guiña el ojo y muerde su labio.
—¿Eso te incluye?— río.
—Por vigésima quinta vez, Iris. No soy lesbiana— ella hace un puchero y rueda los ojos.
—Si cambias de opinión ya sabes dónde encontrarme— sonríe y camina hacia el escenario cuando la música comienza a sonar.

Respiro y voy detrás de ella. En seguida me doy cuenta de que la canción es Dangerous woman, de Ariana Grande.

Cierro los ojos y coloco mis manos en la barra. El telón se abre y los silbidos y aplausos empiezan a invadir el recinto.

Comienzo a mover mis caderas al ritmo de la música y abro mis ojos. En estos momentos me olvido de la gente e intento disfrutar bailando.

Abro la cinta de mi bata y la retiro lentamente de mi cuerpo, sin cesar en ningún momento el movimiento de mis caderas. Una vez la bata cae al suelo doy una vuelta al rededor de la barra colocándome de espaldas al público. Posiciono ambas manos en el metal y coloco mi culo en pompa, muevo mis nalgas y los gritos obscenos aumentan. Salto sobre la barra agarrándome de esta y comienzo a girar en tuerca. Suelto mis manos y quedo agarrada con mis piernas.

Suelto mi pelo rubio dejando que caiga desenfrenado sobre mis hombros. Vuelvo a deslizarme por la barra y quedo apoyada con las rodillas en el suelo. Gateo hasta quedar sobre una de las mesas contiguas al escenario y muerdo mi labio. La puerta del local suena anunciando una nueva entrada pero hago caso omiso. Retiro el antifaz de mi rostro y lo lanzo.

León y Aster entran al escenario y se sientan en dos sillas. Iris y yo nos miramos y sonreímos cómplices. Caminamos hacia ellos y nos colocamos detrás de las sillas. Deslizo mis manos por el torso de León y muerdo su cuello. Camino quedando de espaldas a el y de frente al público y me agacho acercando mi culo a el. León golpea y agarra mis nalgas y yo pongo cara de estar disfrutando. Me doy la vuelta apartando sus manos y el se levanta. Lo empujo haciendo que vuelva a quedarse sentado en la silla y me siento sobre el con las piernas abiertas. Me muevo lentamente y echo mi cabeza hacia atrás. León me da la vuelta haciendo que mi espalda choque con su pecho. Coloca sus manos en cada una de mis piernas y las abre haciendo que el público tenga una imagen de mi más denigrante y obscena de la que tenían. Lo empujo y me levanto saliéndome por completo de la actuación, pero es que yo soy stripper, no actriz porno.

Bajo del escenario y camino por el público. Iris, León y Aster me miran confundidos. Alzo la ceja y busco algo entre el público. Sonrió cuando encuentro lo que necesito.

Avanzo hasta llegar al chico que posee el cinturón, se lo desanudo y quito. Una mano me agarra y levanto la cabeza confundida.

Mis ojos chocan con un intenso marrón y jadeo sorprendida al ver al puñetero tío más atractivo que he visto en toda mi vida.

Me observa atentamente, y no sé si es cosa mía el ver un destello de deseo en sus ojos. Relamo mis labios al notarlos repentinamente secos y vuelvo a bajar la mirada hasta la de nuestras manos, recordando lo que vine a hacer.
Me saco su agarre y subo de nuevo al escenario.

Ato las manos de León y vuelvo a hacer que se siente. Me coloco detrás de él y hablo en voz alta.
—¿Por qué no te exhibimos un poco a ti, cariño?— desabrocho sus pantalones y se los quito. Coloco mi mano en cada una de sus piernas y, como el hizo conmigo, se las abro. Cojo la liga de sus zapatos y ato cada pierna a una pata de la silla.

Vislumbro entre el público la cara sorprendida del atractivo chico y giro alejándome del escenario, dejando a León atado.

Nadie juega con Stella Massi.

Nadie juega con Stella Massi

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The stripper. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora