Había una vez en una torre alta custodiada por un zorro de nueve colas, un princeso de cabellos como el girasol, ojos como zafiros y anaranjado traje elegante esperaba salir de ahí. Ser Libre.
Pero estaba en una torre muy alta. Una dónde no podía bajar con su cabello como Rapunzel, tampoco enamorarse de la bestia como Bella y tampoco tenía un hada madrina como Cenicienta.
Aunque bueno, solo la primera vivió en una torre.
Su nombre es Naruto, como el pescado del Ramen. Poseía belleza, inteligencia y energía. Es valiente, amable y encantador. Entonces ¿Por qué no escapaba sí poseía audacia y el don de nunca rendirse?
Porqué es un princeso en una torre. Y los que viven en un lugar así que sabe tocar el cielo no pueden irse.
Esperó por años, decenas y milenios. No envejecía ni un poco dentro de esas paredes grises de pierda. Tampoco llegó nadie a rescatarlo.
Lo que era ridículo. Podía irse. El princeso podía marcharse cuando quisiera ¡Hasta el temible zorro al que nadie quería enfrentar lo dejó libre!
¿Entonces que hacía ahí, sin vivir un cuento de hadas de verdad?
Es un princeso no un príncipe. Y los príncipes rescatan a princesas perfectas y bellas. Y bueno, él no es tan perfecto y le falta un poco más de belleza.
También temía dejar la torre.
¿Que haría allá fuera?
Nunca ha tocado el pasto tan verde del suelo ni sabe los dulces olores de las flores. No ha escuchado el fluir de un río ni traspasado aquellos campos tan atrayentes.
Podía beberse las pastillas marca Maléfica. Esa que Aurora usó para dormir hasta encontrar a su príncipe. Pero esta vez sería diferente...
No tendría la ayuda de seres delicados para despertar.
Pero entonces ¡Alguien entró como ladrón de los libros!
Pero tampoco era un príncipe ¿Cómo no saberlo si vestía un vestido roto hasta las rodillas, cabello mal cortado sobre los hombros, mechones rosados y sus ojos son verdes puro?
También es una princesa. Pero la inocente mirada no se lo dijo. Tampoco el cómo se paraba, su postura más rígida, orgullosa y nada sumisa.
Y su sonrisa. Mejor que la de los príncipes de revista qué sus padres envían.
Ni siquiera era una guerrera. No había brillante armadura, ni espada filosa y la bestia (o mejor dicho su amigo) que lo cuida sigue intacta. Lo supo cuando lo vió asomar su cabeza por la ventana.
—¡¿Quien eres tú?! —se apresuró a preguntar caminando hasta ella que se había sentando con tanta confianza en su ventana.
—¡La princesa de la torre del frente! —contestó ella— Estoy a unas montañas de aquí. Pero te sorprendes de lo que con unos binoculares se alcanza a ver.
—¡¿Que haces aquí?! —preguntó temeroso y con candelabro apagado que tomó de la mesita junto a él la apuntó— ¡¿Y como el zorro apestoso te dejó entrar?!
No quería ninguna bruja o hechicera que lancé alguna maldición.
—¡Vengo a invitarte a fugarte conmigo! —ella le sonrió alegre— Está es la sexta vez que lo intentó.
—¿Otra vez? —cuestionó sin dejar de apuntar con su atemorizante arma. La chica le sonrió juguetona y le quitó el objeto de las manos.
—Las primeras cuatro me lograron atrapar mis padres y en la quinta el príncipe me devolvió.
Espero alguna reacción negativa acerca de la última información pero no hubo nada, incluso ella se levantó y se acercó hasta acorralar lo en una pared.
—¡¿Que quieres?!
—Nada, en realidad —contestó ella— Solo vengo a invitarte que nos vayamos de aquí. Llevas mucho tiempo encerrado ¿Aún crees en ese estúpido cuento de que alguien vendrá por tí? ¡No entiendo porqué los demás piensan así!
—¿Tú no quieres un príncipe?
Era la primera vez que oía a alguien decir eso. Bueno, no es como sí hablará con las personas.
Ella negó. La chica de cabello rosado se alejó rápido y entendiendo sus brazos al aire dijo:
—¡La libertad es lo mejor! —Y luego se giró a verlo— Pero mis padres insisten en que debo casarme y tener decencia ¡Ellos no entiende que no quiero concebir a mis hijos! ¡Quiero ser libre!
—¿Pero no quieres compartir tu vida con un alguien?
—He conocido a más personas desde que escapó que los príncipes que corro de la torre yo misma.
—¿Por qué harías eso?
—Porque yo puedo bajar de ahí solita. No necesito que alguien me ayude. Y tú tampoco.
Entonces ella se acercó, con total confianza le extendió la mano y con voz demasiado sincera preguntó:
—¿Quieres salir por fin de este lugar?
Y todo parecía tan encantador. Atrayente. Atractivo y atemorizante. Nunca había salido de ahí por con todo y nervios tomó la mano. Era suave como la suya, pero menos insegura.
Y entonces lo jaló y corriendo lo obligó a saltar por la ventana. Una sensación de vértigo lo asaltó a medio vuelo y sintió algo que jamás había sentido.
Se sentía... Vivo.
Y hubiera muerto de no haber sido por Kurama, el zorro de nueve colas, que los atrapó a escasos centímetros del suelo.
Miró todo como sí fuera un bebé. Un pequeñajo que por primera vez mirá el mundo. Que por primera vez siente. Y se siente vivo.
Porque bueno, es su primera vez.
Y pasto se mira mejor desde cerca.
—Busquemos a Maléfica. Me debe un favor.
—¿Maléfica? —repitió atontado. Maléfica es un ser horripilante o eso es lo que los cuentos dicen.
—Le pediré que borre nuestras historias así nadie nos busca.
Lo volvió a jalar de la mano y lo invitó a correr. Se sentía tan bien. Agotador pero increíble.
—¿Listo para vivir?
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Al Estilo NaruSaku.
HumorPorque no hay suficiente amor para esta pareja no cannon. -Situaciones graciosas. -Mención de otras parejas y personajes.