De un momento a otro, alguien me tomó de la cintura y me empujó de espaldas a la piscina sin darme tiempo para tomar aire antes de caer al agua.
El chapuzón fue lo único que escuché antes de hundirme más de lo que pensé que tenía esa cosa.
Mi mente se activó y comencé a desesperarme, tenía que subir antes de que se me acabara el poco aire que tenía en los pulmones y disminuir los nervios; no serían de mucha ayuda. Pero por más que pataleaba y movía mis brazos, no hacía más que hundirme más y más. No sabía nadar.
De pronto siento que me toman los brazos por detrás y subo a la superficie. Nunca pensé que las escenas en donde alguien por fin logra tomar aire fueran tan realistas. Tosí aún con el dolor en la garganta y la nariz quemándome por el fuerte chapuzón, empapada hasta los huesos.
— Hey ¿Estás bien?
Cómo puedo, logro sentarme en la orilla con dificultad sin poder calmar el susto que acababa de tener. Dirijo mi mirada a quien me habla, encontrándome otro rostro con el pelo totalmente mojado igual que el mío, con las gotas cayendo frente a sus ojos verdes, oscuros. Empapado
— ¡Me tiraste al agua! —Reacciono.
— Así es. — Me mira confundido evitando reír.
— Pe- ¿¡Por qué!?
Él no hacía más que mirarme y agrandar su sonrisa dejando a la vista unos hoyuelos. ¿Por que rayos no deja de sonreír? No le veo la gracia y parece que no leyó mi rostro lo suficiente como para notarlo.— Tranquila, ya estas fuera ¿No es verdad? Además... --- Se interrumpió un momento volviendo a sonreír y desviando la vista hacia otro lugar en el patio de la casa.--- ...Las flores se te ven bien.
Volvió a mirarme y se levantó dejando charcos por doquier, dirigiéndose hacia, al parecer, su grupo de amigos. Quedó claro que había sido un tipo de apuesta absurda cuando extendió la mano despreocupada hacia ellos y recogía los billetes uno por uno.
Y yo seguía ahí, como un gato mojado viendo al idiota sin entender nada. Caí en cuenta de lo sucedido y las miradas curiosas junto a los susurros se me hicieron presentes. Todos mirando pero sin interrumpir, como queriendo alargar el incómodo momento que estaba pasando en la única noche que me atrevo a salir.
Oh no... Chris. No quise ver si seguía ahí.
— Ven Gaby, entremos.— Owen me cubre los hombros con una toalla y me ayuda a levantarme para dirigirnos a la cocina dejando atrás el pequeño escándalo que se había presentado. Una vez dentro, suspira.
--- Lo siento. --- Murmuro y frunce el ceño. --- Mojé la cocina. Y lo sigo haciendo. --- Aclaro mirando apenada el charco que estaba dejando al lado de la isla. Parecía pipí.
--- ¿Por qué te disculpas? Fue aquel quien chocó contigo y ni siquiera te pidió disculpas. Yo lo siento. --- Dice apenado y molesto.--- Descuida, te traeré algo de ropa seca enseguida.
--- No te preocupes, solo quiero ir a casa lo antes posible.
--- A casa... ¿Con tu tía?
--- No, no. --- Olvido que le digo ''casa'' a ambos lugares.--- Me refiero a mi habitación en el instituto.
—Oh, de acuerdo.—Asiente silenciosamente y vuelve a mirarme, tímido.— Pero, si debes cambiarte.
No comprendo su incomodidad hasta que él tiene que señalar mi camiseta. Ahora podía ver el estampado de flores de mi sujetador transparentado, quedando a la vista.
— Rayos.
Subo a mi habitación abriendo la puerta un poco molesta, dejando las llaves en el primer cajón de mi mesita de luz la cual ya tenía algunas de mis pertenencias. Mi cabello seguía húmedo pero la ropa que me había dado Owen estaba limpia y seca, sin mencionar que me quedaba tres veces mas grande de lo que solía usar. Ya no tenía fuerzas para hacer nada más que ir directo a la cama e intentar olvidarme de esa vergonzosa noche. ¿¡Por que!? Se me repetía una y otra vez la imagen de todos observándome haciendo que me sintiese como una hormiga, y ese chico. Oh, ese chico.
¡Flacucho estúpido! Si no hubiese sido por él, quizá la noche habría terminado de maravilla. Quería encontrarlo y darle un empujón yo misma si pudiese. Pero claro, de eso tampoco era capaz. Ya empezaba a perder las energías para seguir torturándome con el recuerdo de hace unas horas, por lo que estaba cayendo rendida. Apagué las luces y me metí en la cama tapándome hasta arriba. No aguanté mucho, los ojos me pesaban y se iban cerrando de a poco.
Escuché forcejeo en la cerradura de la puerta. Debía de ser Michell. Era un poco tarde para instalarse pero no me hice problema. De todas formas no quería hablar en ese momento y presentarse sería mejor opción en la mañana.
Así que me quedé de lado a la pared y dejé que el sueño llegara.
***
Me dedico a hacer un gran esfuerzo por abrir poco a poco los ojos sin volver a cerrarlos por cinco minutos y poder levantarme al baño. El sueño que aún tenía era bastante pero me sentía descansada, de todas formas ayer había llegado relativamente temprano a casa. Doy un gran y lento bostezo ya sentada mirando una media del suelo. Ayer ni siquiera había encendido la luz, no recordaba haber hecho un poco de desorden. Me quedé ahí clavada por unos minutos con cara de muerta pensando si movía la pierna izquierda o volvía a tirarme en la almohada, y de la nada, sale alguien del baño cepillándose los dientes.
Parpadeo.
Parpadeo. Parpadeo. Parpadeo
Parpadea. Parpadea. Parpadea.
--- ¿Qué ra...?--- Pero no pudo terminar porque comencé a gritar arrojándole lo más cerca que encontré tapándome con las sábanas al no encontrar más.--- ¿¡Pero qué...!?
--- ¿¡Tú!? ¿¿¡¡Qué rayos haces tú aquí!!??
--- ¿¡Tú que haces aquí!?
--- ¡Esta es mi habitación!
--- ¡Esta se supone que es Mí habitación!
--- ¿¡Qué haces entrando a habitaciones de chicas, pervertido!?
--- ¿¡Quién dijo que era tuya!?
--- ¡Yo llegué primero, así que es mí habitación y la de mi compañera, largo! --- Tomo una cajita de mentitas y comienzo a arrojarle una por una.
--- Eso no puede ser --- dice cubriéndose con los brazos, y la boca llena de pasta dental. El cepillo de dientes había caído antes de los gritos. --- ¡Para! ¿Quieres? Son mías.
--- Oh, bueno ¡Ayer también era mi noche y la echaste a perder! --- Por último le tiré la cajita en la cabeza descargando toda mi rabia y lanzándole una no muy amistosa mirada. Pero claro, no lo había irritado lo suficiente porque de la nada comenzó a reírse.
--- Creo que nuestro encuentro de ayer no me ha dejado presentarme...
--- Creo que no quiero escu-
--- Soy Michell. Michell Brown. Un gusto.
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Habitación 220 B
أدب المراهقينSolo a Gabrielle le sucede que confundan su nombre pensando que es un chico, aunque, al parecer no es la única. Tiene todo planeado: conseguir la beca para entrar a Oxford y cumplir su sueño. Pero, las cosas no siempre suceden como uno las planea...