Alex

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Tras la disculpa de Esther, sus padres me han dejado dormir en la habitación de Samantha, su hermana mayor.  La habitación es pequeña y acogedora, decorada con un montón de figuras y fotos de sus viajes. Cómo es azafata de vuelo, pasa poco por casa. Yo no la conozco pero en las fotos parece ser una mujer madura y profesional, pero a la vez divertida y agradable.

    Miro el móvil por enésima vez. Desde la última vez que he hablado con Nico, no he vuelto a saber nada de él. Ni un mensaje ni una llamada. Nada. Debería dejar hablar a los demás. Necesita entenderlo todo y no dejarse llevar por la rabia. Sé que le dolió mi despedida. Sé que aún sigue resentido por ello, pero debería escucharme si quiere obtener respuestas. Podríamos arreglarlo si él quiere, porque yo no me he cansado de sus besos, ni sus caricias ni de su forma de tomarme el pelo para que me ponga rojo todo el tiempo. No me he cansado de él. No creo que lo haga nunca.

    Nico es de esos que por fuera parecen de hierro y que viven con la despreocupación como mejor amiga. Pero la realidad es otra: Es un chico dulce que a veces puede volverse un poco amargo cuando quiere. Vive con las ideas claras y siempre va de frente. Su vida ha sido muy difícil. Su madre trabaja demasiado desde que lo tuvo y su padre... su padre siempre está fuera divirtiéndose de bar en bar.  Nico prefiero pensar que murió en un accidente de tráfico. Nunca he conocido a ninguno de los dos. Por eso dice las cosas como las piensa sin  preocuparse de a quién pueda dañar por el camino. Su sinceridad es el filo más cortante que mi corazón ha conocido nunca. No es como la de Esther. Ella solo expone sus pensamientos con la única intención de compartir algo de ella con los demás. Pero Nico ataca con esa lengua afilada que tiene. Y eso duele la mayoría del tiempo.

    Espero que en algún momento podamos hacer como antes y salir dar una vuelta y disfrutar de una tarde de paseo, en la que luego acabemos con los pies bien cansados pero con una sonrisa y un gran recuerdo. ¿Podría llegar a pasar? ¿Podríamos volver a salir juntos? ¿Los tres?

    Mi fantasía se rompe cuando miro de nuevo el móvil y no hay nada en la bandeja de entrada.

    ¿Debería escribirle yo? Y lo más importante: ¿Estará dispuesto a volverlo a intentar?

    Se me viene a la mente la imagen de su cara llorosa y de su grito desesperado por una respuesta. Todo es culpa mía. Si tan solo se lo hubiera dicho... Debería haberme enfrentado antes a esto, cuando tuve oportunidad. En los cuentos, el caballero siempre acaba con la princesa encerrada en una torre. Lástima que en la vida real esto no siempre acabe así. Este príncipe huyó de una torre para acabar en otra y su caballero no viene a rescatarlo.

    Me asomo al pequeño balcón que hay en la habitación y miro el cielo de la noche. La brisa del otoño es fresca y tengo que ir con una chaqueta porque si no, podría acabar enfermo. El otoño tiene su encanto; para los escritores, es el momento de tazas de café, mantas y pijamas cómodos, para escribir su próximo best seller con una lluvia de fondo. Para mi cuenta de Instagram, es el momento de más actividad. Me gusta el paisaje colorido que dejan las hojas al amontonarse en el suelo con sus colores tierra. También, cuando los trabajadores del ayuntamiento decoran los esqueletos de los árboles dormidos con lucecitas que se encienden cuando oscurece. Y sobre todo, me gusta cuando anochece a las cinco de la tarde, porque me hace sentir que estoy hasta tarde fuera de casa, aunque no sea más que una falsa sensación del cerebro por el cambio de horario.

    El móvil se ilumina y con ella, mi esperanza de que sea un mensaje de Nico.

    «Como no estés en casa en menos de una hora, te vas a arrepentir de habernos desafiado.» Dice mi madre.   

    Qué curioso, salí a las 22:00, son las 3:00 de la mañana y solo me ha dicho eso en todo el rato que he estado fuera. Si he sido fuerte para deshacerme de la torre, puedo serlo para quitarme una de las de las cadenas que me sigue atando a ella. Bloqueo los contactos de todos mis familiares. Que se olviden de que alguna vez tuvieron un hijo. A partir de ahora, mi única familia va a ser Esther y si quiere, Nico.

AlexiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora