🦎 capítulo final.

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Fiesta de cumpleaños...

   Luis aparece más seguido en casa Madrigal desde su primera vez allí. Regresa porque prometió estar presente para la obra de una de sus historias, pero luego está allí cada fin de semana para las telenovelas nocturnas, y a veces se queda a dormir o va a casa acompañado por Camilo hasta el pueblo. Para finales de año, Luis es como otro integrante más de la familia, estando allí casi todas las tardes para seguir dando prácticas a Mirabel, Antonio y Camilo. Todos le saludan cada que lo ven, acercándose y hablandole amables y familiares. Como cuando se encontró a Dolores y estuvieron un rato sentados en una banca en la plaza hablado sobre lo último sucedido en la telenovela de Bruno, o cuando se encontró con Julieta en el mercado y lo atrapó para que la acompañara.

Con Agustín a veces hablaba de libros, Pepa era tan cariñosa como su madre cada que lo veía, y Antonio siempre se colgaba como un koala cuando los iba a ver. Incluso casita lo recibía como uno más de la familia, abriendo sus puertas para él cuando se presentaba solo y no acompañado por algún Madrigal.

Incluso sus padres tuvieron más contacto con la familia, quienes les saludaban y también les hablaban más que antes.

Esa tarde está en casa Madrigal de nuevo, su segundo hogar, habían bromeado Pepa y su madre una tarde tomando café juntas. Las mujeres parecían llevarse bastante bien, avergonzado a sus hijos sin parar.

Había ido para unas últimas prácticas con los chicos, quienes ya estaban casi graduados de sus clases de señas. Mirabel y Camilo ya podían hablar con él de esa forma, aunque a veces se trababan o se confundían con alguna seña.

La idea de no tener nada más que enseñarle a sus amigos, le hacía sentir un poco desanimado. Sin eso, sentía que no le quedaban excusas para estar allí, aunque en realidad no las necesitaba. Todos adoraban su presencia en casa, siempre servicial cuando estaba desocupado y los veía ocupados con algo.

En ese momento Luis se encontraba sentado en la esquina de una de las bancas de la sala de estar leyendo bastante concentrado un libro, estaba buscando inspiración para una próxima historia. Y mientras, Camilo estaba acostado al lado suyo, con la cabeza sobre las piernas del azabache y los pies sobre el brazo del asiento. Estaba durmiendo boca arriba, con los brazos cruzados sobre su pecho y una expresión pacífica por el mimo que el chico de lentes le estaba dando acariciando distraídamente su cabello.

Habían estado practicando cuando Camilo se cansó y pidió un descanso, acostándose a lo largo de la banca para apoyar la cabeza en las piernas de Luis, sorprendiendolo al principio por el inesperado movimiento. Sin embargo, no le hizo sentir incómodo. De alguna manera, sin darse cuenta, se habían vuelto incluso aún más cercanos, con Camilo siendo amante del contacto físico. Siempre estaba creando pequeños momentos para tocarle de forma casual, de forma delicada y con cariño, como cuando acomodaba sus lentes, o apretaba sus mejillas. A veces lo atrapaba en un abrazo rápido al verle o despedirle, o dejaba su brazo sobre su hombro mientras caminaban.

—Cuentame de la nueva historia que estás escribiendo. —Camilo había pedido mirándole desde donde estaba, viéndose demasiado adorable a los ojos de Luis, quien tuvo que desviar la mirada al frente. Ver al rizado recostado de él de esa manera, le hacía sentir como si su relación fuera más que amistad. Y no le interesaba, la verdad es que estaba encantado, pero sentía una enorme ansiedad cuando creía que Camilo le estaba dando alguna clase de señal, y luego se sentía tremendamente cobarde al no poder preguntarle. Quería saber qué estaba pasando entre ellos, con algunos momentos demasiado incómodos a veces; siempre parecía que los interrumpían a punto de algo.

"Sólo se tú" | Camilo Madrigal. [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora