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En cuanto llegué al lugar, un grupo de pandilleros vestidos de negro intentaron detener mi entrada pero ninguno quedó de pie después de un puñetazo en la cara, entre con la sangre hirviendo y pase habitación por habitación, golpeando y lanzando a todo aquel que se me atravesará, hasta que vi un pasillo que daba al patio de ese hospital abandonado, Urara estaba en el suelo, atada de manos y piernas, amordazada y lloraba, comenzó a retorcerse cuando cruzamos miradas, tenia un par de moretones en el cuello y mejillas, su cara estaba sucia y llena de lágrimas.

Mas atrás estaba sentado en una especie de trono, el que supuse era Takumi, sonriente y tranquilo se levantó, era un rubio delgado de corte punk, con manoplas en las muñecas.

Takumi: Impresionante... ¿mi hermanita estaba zorreando con los Black Dragons eh? – comenzó a avanzar hacia Urara, agarro impulso y piso su tobillo con gran fuerza, el alarido ahogado de Urara me altero y corrí hacia ese imbécil.

Los golpes no se hicieron esperar, al poco tiempo llegaron los demás y comenzaron a pelearse con los secuaces de Takumi.

Había subestimado a ese tipo, a pesar de lucir delgado, tenia gran fuerza, sus golpes a veces me alcanzaban el rostro y sentí como tronaba el hueso de mi quijada.


Pero el también me había subestimado.


Lo tome de su peinado punk mal hecho y le golpee hasta que su rostro estaba cubierto de sangre y se desmayó, lo lancé lejos y fui a levantar a Urara.

Le quité las cuerdas y la cinta de la boca, con cuidado la cargué y le hice señas a koko de que arreglaran el desastre.


Taiju: Urara... - era una pregunta difícil, pero, tenía que hacerla - ¿él te tocó?


Urara: No... - susurro abrazándose a mí por la espalda mientras estábamos en la moto, antes de arrancar – Me encontraste a tiempo...


Una vez en el hospital, la revisaron y le hicieron una radiografía en el tobillo.


Se lo había roto.




Los días siguientes me concentre en cuidar de ella y le pague a koko para que se asegurara de que ese tipo permanecería encerrado en la cárcel, el no se negó, aunque no supe si fue porque lo descubrí coqueteando con Urara, porque le gustaba ella o simplemente porque quería el dinero. Quizás un poco de las tres, pero más la última.

Me habia quedado a cuidarla en casa de ella.

Llevaba días sin hablar con mis hermanos.

Urara se estaba recuperando, aun no podía caminar bien, pero al menos podía mantenerse se pie a ratos, despues le dolia.

Por mi parte, me encargué de limpiar y cocinar para ella, intentando agarrar valor para decirle la verdad de mis pecados.


Navidad estaba cerca, y quería ir a misa.



Urara aceptó.



Fuimos juntos, no había mucha gente, la llevé hasta las primeras bancas y nos sentamos a escuchar en silencio, hasta que la misa termino y se fueron todos, le dije toda la verdad y ella se quedó en silencio, reflexionando.

REDENCIÓN | Taiju Shiba | Tokyo RevengersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora