Prólogo

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Mi nombre es Carlota Soler Mingueza y una vez secuestraron a mi padre.

Todo transcurrió en una casa de un barrio de una ciudad de un país cualquiera un lunes 13 de Julio.

Ese día nunca se me borrará de la cabeza, tengo grabados todos y cada uno de los minutos que completaron las veinticuatro horas de aquella trágica jornada y de los siguientes meses en los que mientras algunos, como los vecinos y amigos, nos prestaban toda la ayuda posible, mi familia paterna se desvinculó de nosotros, mi madre entró en una gran depresión, que hoy en día la sigue consumiendo, y mi hermano mayor se convirtió en el nuevo jefe de la familia.

Me cuesta reconocerlo en público, pero este hecho marcó mi vida tanto que actualmente sigo pensando en ello, repaso mentalmente todas las horas para intentar averiguar si hubiese podido hacer algo para evitarlo, cualquier cosa.

Pero nada, no lo consigo.

La policía investigó el caso durante cinco años, temporada en la que no sacaron ni pistas ni testigos ni culpables, nada.

Todo era confuso.

Por lo que, al cerrar el caso, nos recomendaron intentar olvidarlo, pero ¿Cómo? ¿Cómo se olvida a un padre? ¿Cómo olvidar al hombre que te enseñó a ir en bici, a atarte los cordones de las zapatillas y a hacer magdalenas?

Os diré la respuesta, es imposible.

Así que, en vez de olvidarlo, dejé de recordarlo poco a poco, tanto es así que, actualmente, solo me permito pensar en ello los lunes 13, los cuales me encierro en mi casa y dedico el día a entero a recrear esa historia que me carcome por dentro.

Esa historia que sé que me va a acompañar hasta que me muera o la resuelva, la misma por la que he llorado y sufrido.

La misma que cambió por completo mi manera de ver el mundo, la que me hizo madurar prematuramente a los once años, la que me orientó a un futuro del que ahora mismo me veo incapaz de escapar, debido a aquella promesa que me hice.

Lunes 13Where stories live. Discover now