Capítulo II

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Xena que en esos momentos se encontraba bebiendo del odre, terminó tosiendo y escupiendo el agua, no esperando para nada la pregunta. —No era realmente amor—Contestó con honestidad. — ¿Pero a qué viene esa pregunta?

—Pura curiosidad. Dices que no era realmente amor, entonces ¿Qué sentías por ellos? —Volvió a arriesgarse a preguntar, Gabrielle sabía cómo seguir aprovechando el momento.

—Quería a Marcus, teníamos un pasado no igual, sin embargo, lograba entenderme al igual que yo a él. Le apreciaba, se convirtió en un amigo de confianza. En cuanto a Hércules, el cariño fue más reflejado por el hecho de que me encaminó a pensar más en lo que estaba haciendo, es un sentimiento de agradecimiento y de deberle algo. Y con Ulises, no era mal tipo, tuve un momento de atracción física efímera que tal como vino se fue, pero no podría decirse que existiera ningún tipo de cariño y menos amor— concluyó reflexiva, no había pensado eso hasta en ese preciso momento. 

A la guerrera le pareció ver una sonrisa en los labios de su rubia amiga, pero no duró mucho, cuando ambas miradas colisionaron.

—Xena ¿Has amado alguna vez a alguien de verdad? — Desvió la mirada al petate, al sentir la potente mirada sobre ella. — ¿Cómo sabes qué es amor? ¿Qué se siente? —Preguntó curiosa, sus ojos brillaron mientras con valentía volvía a mirarla.

—He amado y sigo amando— Por un momento el rostro de la barda se entristeció. —No soy la de las palabras. Tampoco he tenido mucha experiencia en cuanto al amor verdadero se refiere. Pero puedo decirte, que piensas mucho en esa persona, porque sientes que es con esa persona con la que deseas estar todos los días, porque cuando Morfeo te llama, te lleva irremediablemente junto a ella, porque es la única que te complementa, a la que amas por encima de todos y todas las cosas. Tu corazón se acelera con solo una mirada. Sientes que irías al cielo o hasta el mismísimo infierno por ella, pero sobre todo Gabrielle lo sientes aquí—Se tocó su propio pecho. — El corazón palpita con fuerza cuando estás cerca de ella—Susurró tan bajo que la bardo esa parte no llegó a oírla.

—Gracias— La guerrera asintió y después señaló la sartén con aire animado. Luego dice que las palabras no se le dan bien. 

— ¡Que se quema! — Le dio la vuelta, comprobando al hacerlo que una parte estaba un poco tostada. Cuando estuvieron hechos, raspó el pescado con un cuchillo de cocina y dio el visto bueno al ver que quedó cómo nuevo. Desvió la mirada para ver a la guerrera limpiando y afilando su espada. En su mente se repetían de nuevo las palabras de la guerrera.

 « Pero puedo decirte, que piensas mucho en esa persona, porque sientes que es con esa persona con la que deseas estar todos los días, porque cuando Morfeo te llama, te lleva irremediablemente junto a ella, porque es la única que te complementa, a la que amas por encima de todos y todas las cosas. Tu corazón se acelera con solo una mirada. Sientes que irías al cielo o hasta el mismísimo infierno por ella, pero sobre todo Gabrielle lo sientes aquí». Gabrielle tocó su propio pecho sin dejar de mirarla, notando como su corazón palpitaba con fuerza. Vaya que lo siento, la amo y ella ama a una mujer... Sonrió. Quizás hay esperanza después de todo.

—¿De qué ríes Gabrielle? — A Xena no le pasó desapercibida la inmensa sonrisa de la mujer menuda. Hoy estás bien extraña, ¿Acaso está enamorada? ¿De quién? Eso le molestó más de lo que estaba dispuesta admitir, contemplarla de pie sonriendo como una cría boba y enamorada.

—Nada, he recordado algo gracioso de uno de mis pergaminos—Se sentó junto a la guerrera y comenzó a comer en silencio.—¿Dónde has quedado con Toris? —cambió el tema mientras tragaba un trozo de pescado.

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