Todo en familia

Capítulo IX

Gabrielle despertó antes del amanecer, por sorpresa comprobó que la guerrera seguía dormida, así que decidió levantarse evitando despertar a Xena con los sonidos procedentes de su estómago. Una criatura hambrienta reclamando por todos los continuados ayunos. S

Suspiró.

Esa noche estuvo repleta de pesadillas y no tuvo los fuertes brazos que la rodeaban siempre que algo así ocurría. Se encontró a la posadera preparando el desayuno y el almuerzo para sus huéspedes; Gabrielle desayunó y ayudo en la labor a Cyrene, eso le ayudaba a no pensar en las ideas que le rondaban en la cabeza. 

—¿Ocurre algo?

—No ¿Por qué?

—Soy perro viejo cariño y a mí no me engañas, pero si no deseas hablar puedo disimular y cuando estés preparada vienes y me cuentas. Aunque siempre había creído que eras una muchacha valiente que se enfrentaba a las situaciones. Después de todo no cualquier muchacha deja su aldea natal sin saber lo que va a encontrar.

—No quiero parecer absurda...

—A mí no me lo pareces.

—Estoy confusa.

—¿Respecto a lo que sientes por mi hija?

—No, de eso estoy completamente segura...Bueno quiero decir— Gabrielle se lamentó por haber metido la pata. — No es lo que parece, quiero decir...

—Gabrielle te vuelvo a decir que soy perro viejo.

—Gracias, estoy confusa más que nada porque a veces creo que ella siente algo por mí, aunque no sea lo mismo que yo siento. Por lo que dice o por cómo se comporta conmigo en diversas situaciones. Pero después es todo lo contrario sus comentarios se hacen hirientes, fríos, no deja ni que me acerqué ni la roce.

—Comprendo. Nadie dijo que las guerreras no fueran complejas y vienen sin instrucciones bajo el brazo, te lo garantizo yo que soy su madre. 

Gabrielle tuvo que sonreír ante el comentario de la mujer. —Algo que me desconcierta es lo de ayer, no logró entender que hice ayer Cyrene— Sollozó. Cyrene dejó su labor y la abrazó para reconfortarla. — Te debo parecer una niña en comparación con tu hija, una niña tonta...

—Tú no eres ni una niña menos aún una tonta y estoy totalmente segura de que mi hija piensa

igual que yo. Respecto a lo de ayer, mi sobrina Laynara hace muchos años que fue desterrada de la aldea y llevada a prisión.

—¿Por qué? Me pareció buena persona por lo que vi de ella ayer, fue amable conmigo— elevó el mentón para mirar a Cyrene.

—Porque raptó a una muchacha de la aldea muy querida e inocente y la asesinó—Cyrene se giró y seco sus propios ojos con la manga de su ropa. La posadera aún recordaba aquellos días en los que la aldea estuvo de luto y en los que su primogénito se sumió en la tristeza. Era la primera vez que Gabrielle veía llorar a Cyrene, siempre le había parecido tan fuerte como xena, no físicamente, pero si internamente, era una mujer de armas tomar y podía ver de dónde había sacado la guerrera muchas cosas, frotó su espalda para ofrecerle consuelo.

—¿Cómo que la asesinó? Es decir, no me pareció que fuera una mujer asesina — estaba perpleja le costaba creer que la joven que conoció en el lago fuera capaz de hacer tal cosa. No le vio homicida, y al lado de Xena había conocido a mucha gente. Laynara sin embargo la percibió como una chica agradable con sentido del humor que ofrecía bonitos e inofensivos cumplidos.

—No lo sé bien, siempre dijo que no recordaba, tuvo un juicio a pesar de que toda la aldea se puso en su contra y quiso lincharla. El juez fue el único que podía ejecutar la ley, hizo un juicio justo. En todo momento ella dijo que no recordaba, que no podía haber hecho eso, que ella no había querido hacerlo, la pena que se le impuso fue la muerte. Pero la mujer de mi hermano suplicó que no mataran a su hija, uno de sus hijos ya murió en batalla cuando Lyceus— pronunció el nombre de su hijo con nostalgia. —Artiana relató que su hija no estaba bien de la cabeza, que necesitaba ayuda de otro tipo para recuperarse, toda la aldea se negó, pero el juez conmovido por esa madre la hizo encerrar para el resto de su vida. Cuando apareció en la posada ayer, tanto la clientela como yo nos sorprendimos.