4. En mis manos.

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Ante mis palabras pude presenciar como entreabría sus labios y se ponía nerviosa. Interrumpió la conexión con mi mirada y huyendo de mi cuerpo caminó por la habitación alejándose de la puerta. Yo mismo tuve que tragar, me sentía extraño frente a ella. Era una mujer a la que acababa de conocer a penas esta mañana y podía decir con sinceridad que me hacía querer llevarla a la cama.

No entendía si tenía que ver con su belleza o con los cojones que cargaba, pero me desafió y no sé qué me gustó más de ella que hizo que la secuestrara.

La escuché carraspear, en cierto punto me gustaba ponerla en aprietos. Sus mejillas se tornaron rojas ante mí no modesto comentario.

—Por favor, lleguemos a una conclusión y dígame ¿que se supone que hará conmigo? — evitó el contacto visual entre nos.

—Como usted ya metió la pata escribiendo sobre mi empresa y haciendo dudar a todo el mundo sobre que mis ingresos no son justificables, tiene que buscar la manera de descartar esa idea. —

—No puedo— de inmediato me contestó.

Me parecía gracioso ver las agallas que tenía.

—Oh, si puedes. — asentí lentamente.

—Lo que escribí es cierto. No pienso redactar mentiras, no es mi trabajo hacer eso. —

—¿Y quién le dijo a usted que está para elegir en estos momentos? — le cuestioné.

Vi sus ojos grisáceos mirarme fijamente, pero no me demostraba expresión alguna.

—¿Que opciones tengo? — ¿negociaba conmigo?

—Si no se acata a mis órdenes sufrirá, y no solo usted, también los que la rodean. Es mejor que no juegue a ser rebelde conmigo, Ariadna— me acerqué a ella lentamente mirando cierto brillo en sus ojos. La manera en que me analizó me hizo sentirme un hombre malo y yo hiciera lo que hiciera, nunca me sentía así.

—El problema es entre usted y yo, no tiene por qué meter a los míos en este rollo. Publicaré que tras evaluaciones a su empresa, ha sido totalmente comprobado que si es capaz de generar cantidades de dinero impresionantes al mes. Cerraré su caso en definitiva y usted se olvidará de mí, y yo de usted. ¿De acuerdo? — creo que si le causé temor esta vez.

Negué con la cabeza. Me atreví a elevar mi mano y llevarla a su mejilla. Tenía una piel muy tentadora, era muy blanca y rosadita, estaba tan en salud que lo reflejaba a simple vista. Pude ver como su cuerpo se estremeció, se puso rígida en ese instante y quise calmarla correspondiéndole con la mirada.

—Será por pasos, hablarás sobre el sometimiento a evaluación de mi empresa y luego en otro artículo cerrarás el tema hablando de buena forma sobre ella y descartando cualquier duda. Pero usted y yo no dejaremos de vernos, no quiero. — le dije llanamente mirando como sus ojos me atacaban.

—¿Por qué? —

—Usted se atrevió a desafiarme delante de mis empleados, se metió con la persona equivocada por querer descubrir y me dio muchos dolores de cabeza, como también me provocó la pérdida de millones de dólares. Sobre todo, siento la necesidad de tenerla conmigo, por lo que nunca estará librada de mi— de repente quitó mi mano de su mejilla de manera brusca y tirando su bolso en el sofá me dio la espalda.

—Tengo pareja— la escuché decir con gran coraje.

—¿Y? Si quiere lo mando a quitar del medio y entonces queda soltera — con gran agilidad se dio vuelta sobre esos pencos tacones y me apuntó con su dedo índice arrugando su nariz y su frente.

—Haga lo que quiera conmigo pero no le ponga un solo dedo a nadie de mi familia. — todavía me sigue amenazando y hablando con gran autoridad.

—¿Entonces? ¿Qué piensa usted hacer? Yo de mi parte no pienso tenerla secuestrada toda una vida junto a mi porque es obvio que eso levantaría un sin número de sospechas, pero estoy dispuesto a seguir cada paso suyo cada vez que me plazca —

—¿Pero por qué!? ¿Qué derechos tiene usted sobre mí? ¡Ninguno! ¡No puede creer que me tendrá sujeta a usted cada vez que quiera, ¡si es así máteme! ¡Prefiero que me mate! ¡Así como ordenó mi secuestro ordene mi asesinato pero no pretendo estar debajo de usted! ¡Mejor muerta! — ¿cómo podía?

¡Maldición!

Me volví loco en un segundo. Caminé hasta ella y tomándola por la cintura la acorralé contra la pared. Con sus manos intentó defenderse pero pude tomarlas y llevarlas hacia arriba de su cabeza en donde haciéndole presión a su cuerpo con el mío la inmovilicé por completo escuchando tan solo su respiración mientras con la mirada nos matábamos mutuamente.

—Porque así lo decido yo. No tengo la culpa de que una mujer con tantas agallas como tú, me gustara tanto como para quedar enloquecido. — contra sus labios apenas pude hablarle. Me incitaba a besarla, sentía mi cuerpo arder en llamas, esta cercanía la estuve deseando desde que la vi inconsistente en la cama. —No te voy a matar, a besos puede ser, o tal vez podría matarte lentamente yo encima de ti mientras gritando mi nombre mueres de placer, pero jamás quitarte la vida. A ti no. — pude sentir su cuerpo liberarse de alguna manera u otra. En cierta parte pude sentirla calmarse.

—Nunca me hará suya, o no realmente — sus palabras me encantaron, sí, me encantaban los retos.

—¿Por qué? —

—No sería capaz de entregarme a un hombre de su categoría. — se me hizo imposible no sonreír.

—¿Qué quieres apostar que serás mía? — esta vez quien sonrió fue ella.

—Yo no apuesto —

—Porque sabes que vas a perder. — le contesté notando como miraba mis labios.

—Nunca podría estar con alguien que solo quiere mi cuerpo. —

—Te aseguro que de una mujer como tú ningún hombre quisiera solo tu cuerpo, es la razón por la que estaré detrás de ti, y ya verás como caerás si o si— ladeó su cabeza.

—Para estar conmigo hay que saber enamorarme, y el amor significa calor, usted es un hombre muy frio, de alma negra y de pasos manchados de sangre— sus palabras en cierta parte me dolían.

—Te juro Ariadna, que serás mía. Incluso después de lo que hemos hablado tú y yo hoy, al ver a tu novio mañana, no sentirás lo mismo— poco a poco me alejé de ella y tomando las llaves de mi auto cuales había dejado sobre la mesita de noche pude sentir la mirada de la escritora recorrerme por completo.

—¿Que te asegura eso a ti? — la escuché.

—Te tengo en mis manos y te seguiré teniendo. Ahora, permíteme llevarte a casa como inauguración al inicio de mi conquista. Nos veremos mañana en una cena— la cité.

—¿Qué? Pensé que me retendría por más tiempo — se sorprendió.

No pude evitar reír. ¿Qué diablos me pasaba?

—¿Ya ve cómo se va acostumbrando a mí? ¿Ya ve cómo va queriendo tenerme cerca sin darse cuenta? No sería de un caballero eso, no puedo ser tan malo— la miré en aprietos, no se dio cuenta de lo que dijo y eso solo me causaba gracia. Era hermosísima.

—No puedo cenar con usted mañana, mi esposo y yo tenemos planes y tampoco quiero— la tomé de la cintura velozmente haciéndola chocar contra mi cuerpo.

—Usted no es casada, es mejor que no me mienta. Eso solo agravará las cosas y, no queremos eso. No me haga sacar del juego a su noviecito el publicitario, ya sé todo de usted. ¿Entendido? —

—A las ocho pm, puede pasarme a recoger—

El capricho del mafiosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora