"Lucifer nos protegía"

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¡Oh padre mío! Estoy a tu Merced... soy tu hijo, apenas pienso o idealizo mi vida, tengo fe absoluta en tu persona y tu manto cubrirá mi cuero, ten piedad de mí, no me sometas al sufrimiento eterno...

Entre gritos y rechinar de dientes el que fuese el hijo preferido de quien reina en el cielo suplicaba compasión a su venerado padre, rey de reyes, creador del amor, mar de aliento consolador, proveedor compasivo de piedad y beneficencia.

¡Dios mío! Eres amor en sí mismo, Dios, divinidad, dulzura; oh gran maestro mío, como puedes hacerle esto al hijo que ha venido de tus entrañas. ¿Acaso tu gran altura que rebosa de fervor divino no ha de coexistir sin la presencia de tu amado hijo? Cómo tu impetuosa voz que ante las nubes mueve el lienzo de mi alma tallada justa a la medida de quién me ha creado no ha de compadecerse de mi ser...

¡Padre, me has abandonado!
¡Tengo miedo!
¡Padre mío, el fuego quema mi piel!
¡Mi alma está en llamas!

Señor me duele el corazón, siento como se rompen mis tejidos, mi cuerpo está lleno de fuego, siento como las llamas me derriten, mi pelo está destruido y me veo mal, luzco muy mal, mi rostro está quemado. ¡Padre por favor! Justo cuando creo que ya mi martirio está expirando, todo comienza como el primer día...

¡Arrebátame el alma! ¡Quítame la vida!
Déjame morir señor, mi vida no respira
Mi ser no tiene luto, mi ser no descansará
Quiero ser cenizas, no quiero ser llamas,
Quiero morir, mi alma merece morir.

Eran lágrimas de fuego las que lloraba el predilecto de Jehová, su hijo preferido le rogaba compasión.

Padre mío, mi hermano sufre, ¡oh padre ten piedad!

Uriel quien fuese el primero en intervenir ante Dios suplicando conmiseración para su amado hermano, solo recibió un fuerte regaño que dejó entrever en Dios un diluvio, un desastre, un caos total...

Mis pasos son oro, tengo sonrisa de cristal,
Alma de papel, furor en mis emociones.
Soy quien vibra y arde,
Mi fuego duele, mi furia aflige,
Canten, hagan música del dolor, dejad huella.

Cread estrofas seres míos, cread cantos,
Alaben a su rey, rogad piedad,
Mirad todos al hijo de Dios que ha sido desterrado.
¡Miradlo! ¡Miradlo!
Muevan su rostro cuando le escuchen.

Lucifer lloraba y suplicaba perdón, los hijos de Dios no podrían nunca más interceder por su bienestar, su petición es traición, y se paga con fuego, el rey tiene furia y sus súbitos deben abstenerse.

¡Humilladme oh padre mío!
Nacidos de tu gloria sobre mi miseria andan,
Por temor a quien amor manda
Han de pisotearme.
Soy Satanás, ignoradme con facultad.

Cuanto me duele la vida, he visto mis pensamientos quemarse consecutivamente, soy enemigo de Dios, he de ser émulo de la gloria eterna, idea discordante, pensamiento desigual, corazón de fuego, ha de vivir en mí la lumbre, me humillan, se burlan del hijo de Dios, sonríen al ver mi miseria. Ha sido mi padre quien concibió el linaje humano, quien me regaló mi desgracia sepultando mi nombre en las tinieblas, soy padre de la oscuridad.

Soy Lucifer, hijo de Dios, demonio de fuego, monarca del desorden, el primero en desafiar al todopoderoso, avivé la ira del creador, Dios, el supremo antes de crear el bien mando a su hijo al averno, quemó su piel, hizo que su corazón ardiera, trituró su alma en pedazos, me castigó; el rey, antes de pensar en La Paz creo la guerra, él mismo eligió eliminar a quien solo proponía ideas propias, él creó y procreó como un déspota y los humanos son su imagen, la especie es su semejanza...

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