La maga que quería arreglar todo

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Lucy tomo aire.

Incluso Elizabeth, que desconocía una buena parte del significado de la comunicación no verbal debido a su prolongado aislamiento social, notó que había sido exagerado. Se giró hacia Verónica arqueando las cejas, pero ella solo se encogió de hombros mientras le enseñaba a romper un huevo sin dejar trocitos de cáscaras en la clara.

Verónica se había dado a la tarea de darle un curso intensivo de habilidades fundamentales para la independencia, entre lo que se incluía cocinar, lavar, zurcir, y orientarse en las calles de Magnolia. Si bien no era una verdadera experta en artes culinarias, y la presencia de Elena que terminaba de preparar un estofado lo demostraba, no quería que Elizabeth tuviera problemas cuando ella o Leo salieran a trabajar dejándola sola.

Se suponía que uno de los magos de Fairy Tail le enseñaría magia picto en horarios mixtos, dependiendo del tiempo disponible que le dejaran sus trabajos, así que pasaría un rato antes de que se convirtiera realmente en una maga y pudiera tomar misiones.

—Si continúas haciendo eso, te vas a marear, Lucy Heartfilia —dijo Verónica luego de que Elizabeth le insistiera en que mirara cómo estaba respirando.

Lucy se estremeció, la forma en la que Verónica se refería a ella le inquietaba, no era como si hubiera otra Lucy con la cual confundirse. Además, a Elizabeth no la llamaba por su nombre completo, de hecho nunca la había escuchado referirse a ella de alguna manera, si quería llamar su atención tocaba su hombro y le anotaba lo que necesitaba en el cuaderno.

—Lo siento, es que me siento rara —respondió.

Nadie preguntó porqué, cualquier motivo era conocido o sobrado.

Recién darían las cinco de la tarde y se suponía que Verónica se marcharía al trabajo a las nueve menos cuarto, así que el plan era que la cena estuviera lista, por muy tarde, a las siete y media. Ya para ese momento la había puesto al tanto de las intenciones de la camarera. A Lucy le causó una increíble paz mental el que no se emocionara y le insistiera en vivir con ellas, pero aún consideraba la opción de buscar un terapeuta que las ayudara a comprender que tener en común a Leo, no era como tener en común un color favorito o un pasatiempo.

"¿Coleccionas figuras de Fairy Tail? ¡Yo también! ¡Seamos amigas!"

Que se volvieran amigas por eso no podía ser sano, especialmente para Elizabeth que no conocía ninguna otra forma de amistad y le preocupaba que a medida que fueran avanzando en la "misión" y la lista de mujeres que marcaron la vida de Loke creciera, concluyera que amar al mismo hombre sería un tipo de vínculo para una amistad eterna.

Sin embargo, ahí estaba, en la cocina de la casa de la novia número dos, cortando verduras para la aspirante a novia número tres.

Como un autómata le entregó a Elena el cuenco con zanahorias y calabacines.

—Leo dijo que llegaría sobre las siete —dijo Verónica.

Lucy sintió que giraba la cabeza muy lentamente, como el juguete poseído de alguna película de terror, incluso con el mismo sonido chirriante de un cuerpo rígido sometido al movimiento.

—¿De verdad?

A ella solo le había dicho que "trataría" de llegar esa noche, sin horarios ni expectativas.

La seguridad de que no se podría postergar la petición de Elena (y con toda seguridad la aceptación del espíritu estelar), hizo que el reloj de pared le pareciera el cronómetro de una bomba, incluso tenía la impresión de que las manecillas iban más rápido de lo normal y de alguna manera su mente inconsciente creía que si las miraba fijamente, podría detenerlas.

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