El viento frío de la sala de estar la hizo estremecer. Normalmente, cualquier persona podía resentir el cambio de temperatura tras salir de tomar una ducha caliente, pero un frío así solo implicaba la presencia de una visita particular.
—Creí que no ibas a regresar sino hasta la otra semana.
Lucy caminó hasta la recámara dejando al silencioso mago en el sillón de una plaza junto a la ventana. Aunque le inquietaba su actitud, definitivamente no pensaba sentarse a entablar una charla seria estando desnuda.
A sabiendas de que él no se acercaría sin permiso, dejó caer la toalla y se apresuró a ponerse el pijama. Tomando otra toalla, se la puso al cuello para secarse el pelo, algo que sí se sentía en confianza de hacer frente a su amigo.
Un escalofrío le recorrió la espalda al regresar a la sala de estar y vio el vaho de su aliento como una nube blanca que se desvanecía lentamente.
—Gray, basta.
El mago levantó la mirada solo un instante antes de volver su atención al piso. Lucy se acercó hasta quedar frente a él y se arrodilló tomándolo de las manos. Hacía tiempo que se había acostumbrado a que, sin importar las circunstancias, él nunca estaba frío. Intentó buscar su mirada, pero solo podía ver el fleco que caía sobre su frente.
—¿Gray? ¿Estás bien? —insistió, si bien empezaba a considerar la opción de solo dejarlo estar. Estaba por apartarse cuando él la detuvo con un suave apretón en las manos.
—Solo necesito aclarar algunas cosas.
Lucy realmente quería saber a lo que se refería, pero Gray no era el tipo de persona que hablara abiertamente sobre sus problemas o sus sentimientos, mucho menos de lo que le preocupaba o asustaba.
—¿Cómo van las cosas con Leo? —preguntó finalmente, animándose a levantar la vista, con una media sonrisa sardónica que crispó sus nervios, ya sensibles por todo el tema de su espíritu estelar.
—¿No te has enterado? —preguntó, pero no esperó respuesta —. Todo parece indicar que serán tres.
El mago movió la cabeza de un lado a otro.
—¿Cómo puede lidiar con tres, si con una es imposible?
El agudo ingenio de la rubia captó enseguida que el problema por el que Gray Fullbuster estaba en su sala de estar a la media noche, era Juvia.
Por algún motivo, no se sorprendió demasiado. Desde el principio había notado la reticencia del muchacho ante los afectos que demostraba la maga, que habían conocido por ser enemigos, y pese a la actitud generalizada de olvidar los viejos rencores que había llevado incluso a la exitosa integración de Gaajel en el círculo de Levy, Gray mantenía sus reservas.
—Lo mismo opino —dijo tras darse cuenta de que se había quedado callada demasiado tiempo —. No se pueden hacer malabares con los sentimientos. Tarde o temprano algo se va romper.
Gray suspiró, mirando la rubia.
—En la ciudad dicen que tú también formas parte del harem.
Lucy frunció el ceño de forma casi exagerada.
—Solo trato de mediar las cosas. Leo está recogiendo chicas como si fueran cachorros abandonados.
Y diciendo eso se puso de pie cruzando los brazos debajo de su pecho.
—Siempre ha sido así, no veo cómo es que piensas cambiarlo.
La maga hizo un mohín, había olvidado por un instante que hubo un tiempo en que él y Loke habían sido muy cercanos.
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Girasoles
FanfictionMientras Lucy se adapta al mundo que dejó por siete años, se ve envuelta en un lío amoroso con las ex novias de su espíritu estelar Leo, y el acuerdo al que llegarán, no es precisamente lo que ella tenía en mente.