Un baile de graduación
Un mundo diferente al nuestro.
Cosas inexplicables.
Un principe.
Y no hablo de uno normal.
Adrianne es llevada a Eloria, uno de los reinos que está en guerra por quien se quedará a gobernar ese lugar. Solo necesitan una cos...
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Leviathan
— Te dije que te fueras a tu habitación — regaño a Adrianne.
— Si, pero escuche un golpe y quise saber si estabas bien —Murmura y se acerca a mi tomando mi mano — Te voy a ayudar.
— No necesito ayuda de una niña — quito la mano con brusquedad.
Ella me mira con los entrecerrados y agarra la mano que no está herida y empieza a caminar hacia las escaleras ¿Que no sabe que soy el principe y no su amigo? ¿Siempre es así de sinvergüenza? No digo nada y simplemente dejo que me guíe, ella entra conmigo a su habitación y me sienta en la cama, corre a buscar una cajita donde hay todo para curar mi mano. Pongo los ojos en blanco y extiendo mi mano, ella sonríe y empieza a curarla.
— ¿Que no eres inteligente? — pregunta tomándome por sopresa.
— Le diste un puñetazo a la pared — me recuerda — Eso no es muy inteligente de tu parte.
— Es mi forma de desahogarme — explico — No voy a ir por ahí oliendo florecitas para desahogarme como tú.
— No huelo flores para desahogarme— se defiende — Hay otras cosas que puedes hacer que no impliquen dolor.
— ¿Cómo cuáles?
— Algunos caminan por ahí, dónde allá paz, otras cantan, escuchan música, leen un buen libro, dibujan como se sienten, sus sentimientos.
— Está claro que no me conoces — murmuró y hago una mueca de dolor cuando presiona duro con el algodón— Se que lo estás haciendo a propósito así que para.
Ella deja de presionar con fuerza y sonríe con inocencia. Maldita Adrianne... Echo la cabeza hacia atrás esperando que terminen. Veo como me pone unas vendas en la mano.
— No se mucho sobre curar heridas — dice apenada — Pero creo que ya está bien, ten cuidado, no lo toques.
Asiento con la cabeza, ambos nos quedamos en silencio otra vez.
— Leviathan — me llama y yo giro mi cabeza para verla — ¿Porque yo?
— ¿De que hablas?
— ¿Porque yo fui la elegida? Hay muchas más personas que son amables, no solo yo.
— Casualidad — murmuró.
Ella me mira no muy convencida.
— Tu fuiste la primera que ví y entonces ya, es casualidad Adrianne, no hay nada más que decir.
Me levanto de su cama y me voy de ahí.
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Hay criaturas de todo tipo bailando y tomando vino. Sonrió victorioso y Antoni también.