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1.

Me desperté al lado de Carlos, un día como cualquier otro. Miré el reloj, las 7 de la mañana. La cama estaba vacía desde hace un par de horas, bueno, desde hace un par de años más bien. Me fui al baño, me duché y comencé a arreglarme, a las 8 había quedado a desayunar con mi amiga Marta y a las 9 debería estar en el despacho de abogados que se encontraba justo al lado de los juzgados en el pueblo de al lado.

Me miré en el espejo y me dije a mi misma.... no todo se puede acabar aquí, no todo se termina con una relación en la cuál no eres feliz. No todo es esto, lágrimas y soledad. Suspiré. Era la manera en la cuál yo decía que estaba agotada, agobiada y enfadada. La manera en la que yo comunicaba al resto del mundo que estaba hasta las narices pero que aún así me quedaba un poquito más por luchar. Pero, esta vez por qué iba a luchar?

Arranqué el coche y me dirigí a la cafetería donde siempre Marta y yo desayunábamos. Ahí trabajaban dos amigas mias Sofia y Laura. Cierto es que Marta y estas dos no tenían muchas cosas en común, bueno, yo era una de ellas.

Las tres eran mi apoyo incondicional, estaban ahí para cuando me hiciera falta, pero Marta era la sensata. Mi pepito grillo, mientras Sofia era la locura personificada. Y Laura era un poquito de cada, según la situación.

Cierto es que Carlos no aceptaba a ninguna de ellas, bueno, Carlos hace un par de años que no aceptaba a nadie de mi entorno. Según él, ni mis padres me querían, cuando eran los unicos que se desvivían por mi y me echaban una mano de vez en cuando.

Aparqué el coche junto al de Marta y al de Sofia, que hoy estaba de mañanas. Intenté poner mi mejor sonrisa pero algo me distrajo en el aparcamiento. No era nada raro ver un coche de la guardia civil en esa cafetería pues el cuartel les pillaba cerquita, pero si tres juntos.

-Buenos días amiga! - Marta era alegría pura. Como ella siempre decía, nuestra cabeza es nuestro peor enemigo y debemos controlarlo. Ella llegó a controlar su cabeza y sinceramente me daba cierta envidia aunque sana.

Gruñí como respuesta. Últimamente solo me dedicaba a gruñir pues las palabras ya no me salían, ya no sabía como decirlas o no me sentía escuchada que es lo que creo que en el fondo me pasaba.

Entramos dentro de la cafetería donde había bastante alboroto pues 8 guardias ahí daban mucho de que hablar. Nadie entendía que solamente tomaban café, sino que todos se preguntaban que pasaba.

-Sofia, ponme un café con leche fría

-Lo de siempre Catalina, verdad? - me interrumpió ella

-Si - contesté y nos salimos a la zona de fumadores donde había una mesa libre.

Lo primero que hice al sentarme fue encenderme un cigarro y luego miré alrededor hasta que lo vi.

Esos ojos verdes los había visto más veces en mi vida. Estaba trabajando mientras me sacaba la carrera en una gasolinera. Ahí fue, con el casco de la moto de tráfico puesto en la cabeza, vi esos ojos muchas veces y siempre me llamaron la atención.

-Tierra llamando a Cata - sonreí

-A ese guardia lo conozco - Marta miró disimuladamente - la última vez que estuve trabajando en Cepsa. Recuerdo que me llamaban mucho la atención y que siempre lo veía con el casco puesto al repostar, nunca sin él. La última vez que lo vi su mirada era bastante triste y pensé : si pudiera yo te alegraba la vida - me rei ante mi propia gracia dejando a Marta alucinada, pues yo nunca hacía comentarios de este tipo, no teniendo pareja.

-Qué tal ayer? - me preguntó cambiando de tema.

-Un día más - resoplé - llegué a casa después de currar, Carlos borracho como siempre, llegaba del bar, cenó y nos fuimos a dormir.

-Deberías hablar con él.

-Estoy cansada ya de hablar. La pared me escucha antes que él y sinceramente ya no quiero seguir con esto pero me da miedo.

-Todo lo que nos hace feliz nos da miedo Cata. Alomejor necesitaís daros un tiempo.

-Para mi ni hay tiempo ni hay segundas oportunidades Marta. Cuando se termina se cierra el libro y fin.

-Cata, tomamos algo esta noche? - nos interrumpio Sofia.

-Vale, quedamos aquí a las 9 cuando llegue?

-Perfecto, te veo aquí - nos dejó el desayuno en la mesa y se fue.

Marta y yo terminamos de desayunar rápido, ya que a mi se me estaba haciendo tarde. La dejé pagando y me subí al coche. En la radio sonaba una canción y para animarme me dediqué a cantarla a pleno pulmón.

¨Dónde estás? Cómo te va? Me preguntas si aún sigo sola, tu recuerdo no se va, no es momento de que vuelvas ahora¨

Quién me diría a mi que en algún momento de mi vida, esta canción me traería más lágrimas que felicidad y que con solo el hecho de escucharla, representará todo lo que llegaré a sentir.Que las próximas veces que la cantaré va a ser pensando en una persona y no en la nada, como ahora. Que habrá momentos en los que la detendré porque los recuerdos me harían demasiado daño. 

Lo que jamás soñéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora