Tʜᴇ ᴍʏsᴛᴇʀʏ ᴏғ ᴛʜᴇ ᴄᴀʀᴅs

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Y ahí estaba él, tan cansado y desganado como siempre. Hace tanto que un caso bueno no tocaba su puerta que ya se sentía un fracasado.

Su secretaria, Lisa, estaba algo cansada de la situación de su jefe.

-Vamos, señor Sehun, anímese -Alentó la pelirroja-. Uno de estos días los riesgos y persecuciones llamarán insistentemente como lo hacen los banqueros a los que deben una gran deuda. Lo van a atormentar tanto que extrañará esto. Piense que es como...-Paró, pensando qué agregar a su discurso motivacional- vacaciones. Sí, eso.

El joven negó. -Lisa, te he pedido muchas veces que las formalidades no son lo mío. Eres hasta un poco mayor que yo y me tratas como un cuarentón cuando estoy apenas entrando a los treinta.

La mujer lo miró ofendida. -Yo entraré a los cuarenta, Sehun. No hagas chistes con eso.

-Como sea -Masculló-. Al menos los años te hacen justicia.

- ¡Oh Sehun, sí que eres irritable a veces! -Se alteró de manera graciosa, chillando como un pequeño chihuahua- Te ves peor que yo, cariño -Suspiró, fingiendo pesar- Los casos cada vez te dejan más mal -Su jefe la miró desafiante-. Pálido. Ojeroso. Malhumorado. Tan estresado y con ese gesto entre...

El sonido de la puerta interrumpió su descripción despectiva, aliviando al detective.

-Pase.

Dos muchachos, bastante jóvenes a simple vista, entraron. Ambos tenían una mueca que mostraba de todo, menos felicidad.

El alto parecía algo enojado, con el ceño fruncido y sus masculinas facciones contraídas, como si sintiera algún malestar. El más bajo, en cambio, parecía asustado. Sus ojos tan cristalinos y alargados, su delicado perfil tan aterrado, como un perrito varado en la calle.

-Usted debe ser el detective Oh Sehun, ¿no? -A pesar de terminar la oración con una pregunta, parecía más una afirmación cabreada.

-Mmh sí. ¿Se podría saber lo que necesitan? -Estaba incómodo. Los enfrentamientos, para su persona, jamás fueron una opción, los odiaba. Era bastante irónico, pensando el tipo de trabajo que se había conseguido.

Su empleo era más como un número infinito de acertijos que como acción de una película. Había acción, sí, pero para eso existían los inútiles policías, para llenar de balas a alguien sin pensar.

Para algo que sean buenos esos idiotas. Pensó.

-Soy Byun Chanyeol -Se presentó, ya menos a la defensiva- Él es mi hermano pequeño, Byun Baekhyun -Señaló con la cabeza al bajito-. Venimos por esto.

De su mochila azul sacó un montón de hojas y las puso encima del escritorio.

Mientras que el detective le echaba un vistazo a la evidencia, Lisa despabiló y sonrió, apenada. -Jefe, creo que debería retirarme -Se disculpó, para después centrarse en los hermanos- ¿Les gustaría algo? ¿Té, café, agua...?

-Té está bien para mí, gracias -La dulce voz del bajito respondió amable, dando una sonrisa tensa. Todavía se veía ansioso y aterrado.

-Café, bien cargado y amargo, por favor.

La mujer salió y ambos hermanos suspiraron, dándose una mirada cómplice. Ahora que la intrusa los había dejado, podían hablar.

- ¿Me podrían explicar esto?

Chanyeol tensó los hombros e hizo una mueca de desagrado. -Tienes una linda oficina, detective Oh -Comentó casual Baekhyun, mirando curioso su alrededor.

La oficina consistía en el gran escritorio lleno de papeles, su silla giratoria acolchada, las paredes color crema, una alfombra café oscuro, dos sillas ordinarias, una lampara roja y un estante con libros. O sea, una oficina común y corriente, totalmente ordinaria. Limpia, sí, pero con nada especial.

 Rincón sebaekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora