Enero 2022; ONESHOTS
San y Wooyoung estaban destinados a estar juntos, en todas sus vidas, por toda la vida.
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⚠︎ 𝙰𝙳𝚅𝙴𝚁𝚃𝙴𝙽𝙲𝙸𝙰𝚂 ⚠︎
Violencia, escenas explícitas, sexo, monogamia, bigamia, poligamia, homicidio, suicidio, muerte de per...
ucm: avengers infinity war, muerte de personajes, mpreg, hurt comfort ────── un poderoso alienígena asesina a más de la mitad de la población mundial.
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San movía su pierna nerviosamente, tenía las manos metidas en los bolsillos de su pantalón para evitar el moverlas irracionalmente, prestaba suma atención a la televisión donde se hablaba sobre los ataques alienígenas en Estados Unidos. El mundo estaba a punto de irse a la mierda y San tenía miedo, porque por fin había logrado formar una familia con su adorado esposo.
Después de haber perdido tanto tiempo negando lo que sentía por Jung Wooyoung, finalmente San se había armado de valor para declararse.
Se habían casado y pocos años después ambos esperaban a su primer hijo.
Wooyoung estaba en casa, San podía imaginarlo descansando en el sillón después de un largo día, con sus inquietos pies hinchados sobre el posabrazos, una almohada en su espalda y esa manta suave de corderito ―sintético― de color verde que tanto amaba sobre su vientre, viendo televisión o jugando con su celular mientras comía algo delicioso. San podía imaginar el rostro adormilado de Wooyoung luchando por mantenerse despierto hasta que él llegase, así se saludarían con amor y luego irían a la cama para poder dormir abrazados de cucharita, mientras que con su gran y cálida mano acariciaba el abdomen de su esposo y se sentía el hombre más feliz del mundo.
San podía imaginar tantos escenarios vividos con él, y un nudo doloroso se formaba en su garganta ante el profundo miedo de perderlo todo. No sólo era San, el mundo estaba en crisis. Nadie sabía qué pasaría, nadie tenía idea si nuestros héroes podrían ganar la batalla contra ese poderoso alienígena que atentaba contra la humanidad.
Wooyoung no lucía más tranquilo. También tenía miedo, a veces estaba tan asustado que se aferraba a San, suplicando que no le dejara solo, que no fuera al trabajo, sus lindos ojos chocolates se humedecían y rogaba, entonces San cedía y se quedaba, porque tampoco quería ni podía dejarlo.
―Es un hermoso día ―susurró Wooyoung, melifluo, rascando la parte baja de su vientre con las yemas de sus dedos para no lastimarse; San lo observó con una sonrisa y dejó la taza de café sobre la mesita a un lado de la cama antes de levantarse.
La luz del sol daba de lleno en la carita hinchada del menor quien se hallaba frente a la ventana de su habitación, apenas vestido con su pijama ―de San― todo desordenado y sus rizados cabellos despeinados. El cielo estaba despejado dejando ver un hermoso color celeste y el canto de las aves era casi ensordecedor. San abrazó a su esposo por la espalda, rodeando su cadera, apoyó el mentón en su hombro y observó el paisaje que les regalaba la ciudad.
El ligero aroma a flores y miel usual en Wooyoung comenzó a intensificarse poco a poco, sintiéndose cálido y acogedor entre esos fuertes brazos que le tenían sujetos. El mayor inhaló profundamente, casi embriagado, sin poder evitar sonreír.
