3. MASK [Sulay]

6. HUÉRFANOS.

—¿Qué es este lugar? —Yixing preguntó, echando un vistazo a la enorme sala vacía.

—Es una sala de entrenamiento.

—No sabía que existía —Yixing murmuró—. ¿Y por qué nadie viene aquí?

—Está reservada para la familia real —Junmyeon respondió.

—Ya. ¿Y qué estamos haciendo aquí? —Yixing preguntó, intuyendo la respuesta. Junmyeon le resultaba adorablemente predecible.

—Estoy muy curioso por comprobar algo que Luhan mencionó ayer, acerca de tu don en la arquería.

Yixing medio sonrió.

—No soy tan bueno —advirtió—. Luhan exagera.

—Aunque no lo seas, quiero verte intentarlo. Nunca te has mostrado especialmente interesado por las armas, me provoca mucha curiosidad.

Junmyeon fue hasta un armario y tomó un arco y algunas flechas que luego le ofreció a su arkid.

Yixing tomó el arco y lo estudió por un instante. Era muy distinto al que su madre le había fabricado cuando era un niño. El recuerdo de su madre sonriéndole y animándolo a perseguir sus sueños llegó de la nada y fue como un golpe a su estómago.

—Lo siento —Junmyeon murmuró a su lado—. No pensé que...

—No te preocupes —Yixing murmuró—. Solo espero que no se sienta muy sola.

Yixing hizo retroceder los recuerdos de su madre a un rincón de su mente y tomó una de las flechas de la mano de Junmyeon. La tensó en el arco, pero esta se resbaló de sus dedos y salió disparada por su cuenta, cayendo al suelo un par de metros lejos de la diana.

—Te dije que no era bueno.

—Inténtalo de nuevo —Junmyeon pidió, pasándole otra flecha.

Yixing la tomó y lo intentó de nuevo, pero el arco no le era familiar; era muy grande y la cuerda estaba demasiado tensa. La segunda flecha voló por sobre la diana.

—Deja de fingir —Junmyeon advirtió mientras le pasaba la tercera flecha.

Yixing suspiró y tensó la flecha. Observó el círculo rojo y recordó a Luhan retandolo a dispararle a las frutas que colgaban de los árboles. La flecha dio justamente en el centro. Yixing pudo sentir la mirada impresionada de Junmyeon sobre su nuca.

—¿No vas a felicitarme? —preguntó sin mirarlo.

—Pudo haber sido suerte —Junmyeon dijo con falsa calma pasándole otra flecha—. ¿Podrías hacerlo de nuevo?

Yixing apuntó y la siguiente flecha también se clavó en el centro, justo arriba de la anterior. Junmyeon corrió a recuperar todas las flechas y se las ofreció de nuevo.

—¿Puedes lanzarlas todas dentro del círculo rojo?

Yixing miró la diana por un instante y regresó su atención a Junmyeon.

—¿Qué gano si no fallo ninguna?

—¿Qué es lo que quieres?

A pesar de ser un prisionero, Yixing no deseaba muchas cosas. La presencia de Junmyeon en su vida había convertido su celda en un hermoso palacio.

—Quiero ver a mi madre —soltó, arrepintiéndose en el instante. No quería que Junmyeon siguiera reprochándose cosas.

Junmyeon guardó silencio por unos segundos.

—Se lo pediré a mi padre —prometió finalmente—. Tal vez acceda a una visita rápida.

Yixing bufó y tensó una de las flechas.