12. CINCO HERMANAS.

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—No sabemos quién lo hizo, su majestad —Luhan anunció, intentando aplacar su propia conmoción.

Junmyeon observó a las cinco hermanas que eran retenidas por el escuadrón siete. Tres de ellas habían sido convertidas y las dos menores aún eran humanas.

—La ley es terminante —la reina comentó, mostrándose indiferente con aquella extraña situación.

Era cierto, la ley determinaba que si un recién convertido era abandonado por su creador, su vida no sería perdonada, a menos que alguien se hiciera cargo del nuevo vampiro.

Yixing, conmocionado, rogó porque Junmyeon ignorara a la reina y pudiera escuchar sus pensamientos.

—¿Yixing? —el rey pidió su consejo.

—Es... injusto pagar el crimen de otro —Yixing dijo con suavidad—. Debe buscarse a los culpables y castigarlos a ellos. Además ellas podrían ser útiles al reino.

—Un consejo que viene de un alma demasiado blanda —uno de los concejales comentó en un murmullo.

—Pero tal vez tenga razón, son jóvenes, posiblemente vírgenes, podrían servir al reino —otro de los miembros del concejo señaló—. Su majestad podría tomarlas como concubinas.

Yixing apretó los labios y los puños y respiró profundamente, intentando que la enfurecida bestia que vivía en su interior no le arrebatara la vida al repugnante anciano.

Junmyeon también contuvo su desagrado y notó tanto el de la reina como el de Yixing. Observó a las jóvenes, una por una; la menor de ellas era incluso más joven que su hijo, la mayor era apenas una adolescente.

—Perdonaré sus vidas y ellas tendrán la oportunidad de retribuirme convirtiéndose en mis alimentadoras —Junmyeon declaró después de meditarlo por unos segundos—. Yixing, tú que tienes un don especial con los jóvenes, encárgate de reparar y terminar lo que ha sido iniciado. Ve ahora.

—Sí, su majestad —Yixing dijo con voz gélida y se alejó del rey sin mirarlo—. Síganme.

Junmyeon observó a sus soldados escoltar a las hermanas fuera de su despacho y luego se giró hacia el líder.

—Luhan, quiero que traigas ante mí a los responsables de todo esto —ordenó—. Mientras tanto, yo hablaré con el gobernador de la ciudad.

—Sí, su majestad.

* * *

Yixing observó a las cinco hermanas y por primera vez pensó en la posibilidad de que su destino lo retenía como un prisionero por una buena razón. Tal vez estaba ahí para ayudar a los demás, bueno, era casi seguro teniendo en cuenta el don que la vida le había otorgado.

Se acercó primero a la mayor de ellas y observó sus ojos, de un suave color rubí.

—Dame tu mano —le pidió.

Ella lo miró desafiante, ahora que los soldados se habían marchado, seguramente pensaba en la posibilidad de escapar.

—No voy a hacerte daño, a ninguna de ustedes. Y no te recomiendo intentar escapar, estamos rodeados de soldados que entrenan en el patio y guardias que cuidan los muros y los pasillos. Además, ¿con qué fin? Tu cambio no ha sido completado y tus hermanas aún son humanas, morirán todas si no permiten ayudarles.

—¿Cómo vas a ayudarnos? Los desgraciados que nos hicieron esto se largaron. Escuché a los soldados decir que moriríamos de cualquier manera.

Yixing se arremangó la camisa y se hizo un largo corte a sí mismo con una de sus uñas. La vampiresa abrió mucho sus ojos y lo observó sanar la herida en un instante.

3. MASK [Sulay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora