olor a primavera

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La lluvia repiqueteaba contra la ventana. Parecía tan fuerte, era el único sonido de la casa, que se sentía fría y solitaria.
Haku sentía los parpados pesadas y el cuerpo entumecido.
Apenas podía abrir los ojos, su visión era borrosa y le costaba enfocar. Pero pudo ver a su lado un melocotón brutalmente mordido, casi partido por la mitad.

Haku se incorporó rápido y palpó su nuca. No le habían mordido por suerte.
Los acontecimientos de aquella noche seguían presentes, aún notaba quemazón en aquellas zonas tocadas por el alfa. Pero este había sido al menos cuidadoso y había evitado morderle. ¿Había sido la fruta quien sufrió el destino de su nuca? Estaba claro que había sido evitado adrede.

Haku se apoyó en la cama para ayudarse a levantar del suelo. Una fuerte punzada le recorrió la cadera y la espalda haciéndole perder el equilibrio, sentándose bruscamente en ella.

- mierda.

Haku se frotaba la espalda adolorida. Miro a su alrededor, sabiendo que el alfa se había marchado. Recordaba haberlo oído maldecir mientras daba un portazo. Realmente Haku debería ser el que estuviera enfadado. Había sido violado por un desconocido.
Pero a pesar de aquello, su cuerpo había disfrutado. Se sonrojó. ¿Cómo podía pensar aquello?

Haku agitó la cabeza sacándose esos pensamientos, había sido su primera vez y no era como lo había imaginado. Realmente nunca se había parado a imaginar cómo sería, pero el habría deseado que fuera con alguien a quien amara.

Puso la cabeza entre sus manos. Apenas había visto la cara de aquella persona, pero no podía parar de pensar en él.

¿Realmente lo había salvado? Le había quitado de encima a esos alfas apestosos.
Pero él, el olía cálido, tranquilizador. También es verdad que había rebuscado en su mochila y lo había traído a casa. Pero claro, también se lo había follado en el suelo. Eso seguía siendo delito.

Haku se levantó con dolor de la cama. Agarró ropa y se fue a la ducha. En el espejo pudo ver pequeñas marcas en su espalda. No recordaba que le hubieran mordido.
También notó el dolor en sus muñecas, cuando éstas habían sido retorcidas por esos alfas.

Lo mejor que podía hacer era cambiar el camino de vuelta a casa, ¿no? Evitar la zona le haría ir por un camino más largo.
Si tan solo hubiera tomado un supresor en lugar de confiar en que no era su celo. ¿Por qué se le habría adelantado tanto?
Que por cierto. Si había entrado en celo, ¿Cómo era que ya se le había pasado? ¿Aquel hombre le había calmado? ¿No duraban días incluso acostándose con un alfa?

Que más daba, ya pasó. Ahora solo quería olvidar, olvidar, ¡olvidar!

• • •

Los días siguientes pasaron calmados, a pesar de tener la sensación de estar siendo perseguido constantemente.
La piel se le estremecía cada vez que alguien entraba en la cafetería u oía pasos a su espalda. Pero tan solo era una mala sensación que le había penetrado en la piel.

Haku no quiso preocupar al gerente o sus compañeros por lo que no contó nada en el trabajo.

- ¿Parece que te encuentras mejor - le dijo una tarde el gerente -. Has estado estas últimas semanas algo inquieto.

- ¿Yo? ¿Inquieto?

- Si, ¿acaso ocurrió algo?

- No, no. No pasó nada. Habrá sido una impresión.

- Jaja, si, tal vez. Cómo siempre eres tan tranquilo.

Tanto así se le había notado. Ya había pasado más de un mes y aunque le dijera aquello. El por dentro se seguía notando intranquilo.

- ¡Gerente! - llamó Ari, no tenía buena cara -. Creo que mi celo se adelantó.

- ¡Vaya! Haku, ayuda a Ari. Descansa un poco en la sala y luego ve a casa. No vayas sola, llama a alguien.

Ari asintió y fue ayudado por Haku.

- Deberías llamar a tu hermana.

Ella asintió. Vio como se tomaba el supresor. Estaba sudorosa y parecía sufrir.
¿Él había estado igual en aquella ocasión? ¿Se veía tan indefenso como Aria en esos momentos?
Haku le palmeó la espalda. Si aquel día el hubiera dicho algo, tal vez nunca le hubiera pasado nada.

Unas hora más tarde la hermana de Ari la busco y marcharon a casa. Para entonces ella parecía sentirse un poco mejor, aunque su rostro seguía rojo por la fiebre.

Tras despedirse de Ari, Haku fue llamado por el gerente.

- Aún no has puesto en el calendario el margen de tu celo. Faltas tú Haku.

- Si, perdón, haré cuentas y mañana lo escribiré en el calendario del vestidor.

- Muy bien, muy bien.

• • •

Aquella noche en casa, Haku reviso el pequeño calendario de su escritorio. Era finales de abril cuando entro abruptamente en celo y fue tomado por el alfa.
Comenzó a contar los días. Se encontraban a mediado de Junio, algo no cuadraba en sus cuentas.
Haku pensó que había contado mal. Reviso varias veces las fechas, pero no había fallo alguno. Su celo debería haber llegado dos semanas atrás.

Asustado se levantó del suelo. ¿Cómo había sido tan estúpido? ¿De verdad que pensaba que ese alfa se había puesto un preservativo?
Tampoco podía confirmarlo al 100% tal vez su cuerpo había cambiado después de pasar su celo por primera vez con alguien.

Haku salió de casa, tenía que comprar un test. Tenía que saber si de verdad podía estar embarazado.

Peach skinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora