olor a infusión

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Yurichi le había explicado que podía ir a cualquier parte de la casa a excepción del despacho de Daichi. Por lo que entendió que podía entrar al dormitorio de Daichi, pero en esos momentos Haku no deseaba acercarse a ese lugar, aunque no negaba que le daba algo de curiosidad.

Haku se dedicó a pasear por el amplio jardín. Había guardas cada pocos metros, todos vestidos de negro y con gafas de sol. Las dos únicas puertas que daban al exterior estaban vigilados por mas guardias que parecían a su vez estar allí más para que Haku no saliera a que alguien entrara en el recinto. Hasta que no se alejo los guardas no se relajaron.

Era evidente que habían recibido órdenes de Daichi. Ahora la huida sería más complicada sin decir que imposible.

Entró de nuevo en la casa, paseo de un lado a otro del salón, el sofá era tan grande que algo así solo debía haberse fabricado por encargo. Al final cayó rendido en él, algunas revistas de viajes estaban distribuidas en la mesa de té, Haku miraba alguna sin muchas ganas. El hecho de ver lugares a los que no iría no le animaba mucho.

- Joven Haku - Haku dio un un respingo en el sofá sorprendido por la silenciosa llegada de Yurichi -. Le traigo una infusión rooibos, es beneficiosa durante la gestación.

- ¿Cómo consigues estas cosas tan rápido? Es imposible que ya las tuvieras aquí.

- Mande a primera hora de la mañana un listado con todo lo que usted podría necesitar.

- ¿Por que hay tanta gente en los jardines? - preguntó Haku mientras sorbía la infusión.

- Por su... seguridad.

- Veo que no pierdes la compostura. Ya me habías dicho que te habían encargado cuidarme, pero, ¿qué hacías antes?

- Mi principal trabajo es ser acompañante del jefe, actualmente Takeru se encarga de ello.

Después de aquello se dio media vuelta y se marcho, Seguramente no era su trabajo favorito quedarse todo el día en casa siendo un ama de llaves.

• • •

No lo volvió a ver hasta que fue la hora de la comida, donde Haku fue encontrado en la biblioteca ojeando libros.

Durante la comida el silencio era más que obvio, pero no se era tan incomodo.

- ¿Se siente mejor hoy?

- No es que pasar un día en este lugar me haya hecho cambiar de opinión. No es mi casa.

- Está es tu casa ahora, deberá hacerse a la idea tarde o temprano.

- Supongo que él no me dejara salir de aquí nunca.

No esperó a que Yurichi hablara, se levantó de la silla y se marchó.

Al subir las escaleras se paró en la puerta del dormitorio de Daichi. En aquel dormitorio al cual no tenía prohibida la entrada, sabía bien cuáles eran sus intenciones y no caería en ellas.
Al entrar en su dormitorio se encontró que las cajas que habían traído no estaban, algunas de sus cosas estaban colocadas en las estanterías y el escritorio. Al abrir el armario vio que su ropa estaba guardada.

Yurichi recogía los platos de la comida y debía preparar los ingredientes para la merienda y la cena.
De pronto se escuchaban pisadas fuertes acercándose velozmente por el pasillo.

- ¿Lo has hecho tú verdad? Por qué lo has hecho? Sabes que yo no quiero...que yo no, no estoy cómodo.

- ¿Disculpe? - era evidente que Haku estaba molesto, ya se había ido así en la comida, pero ahora su calmado rostro estaba algo crispado.

- Guardaste mis cosas.

- Al ver esta mañana que seguía así, pensé que lo apropiado sería ordenar.

- Pues estabas equivocado.

Aquella noche Haku no bajo a cenar y no quiso abrir la puerta a nadie.

- Parece que fue un día difícil.

- Tan solo cometí un pequeño error jefe. No volverá a ocurrir.

- Por mí no hay problema. Entonces ¿cómo fue el día?

- No es del todo feliz, pero creo que se acostumbrará.

- Nadie quiere ser enjaulado.

- Entiendo jefe. ¿Ha pensado en conquistarlo?

Una estruendosa carcajada resonó en el despacho. Pocas veces se le había visto reír así. ¿Tan gracioso había sido su idea?

- ¿Jefe?

- Puedes retirarte por hoy.

- Hasta mañana entonces jefe. Que pase una buena noche.

Yurichi cerró la puerta tras de sí, dejando en silencio el despacho. Daichi se reclinó en la silla. Si fuera tan sencillo, ya lo habría hecho.

Rato después, silenciosamente abrió la puerta del dormitorio de Haku, él dormía profundamente, era el único momento en el que no lo miraba con odio o rabia. El único momento en el que lo podía ver con un rostro sereno, tal cual era él.


Peach skinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora